JUICIO Y SANCIÓN ¡INDECENTES!

Si desde el comienzo del proceso en contra del exministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, rondaba la sensación de que su acusación era una excusa para ponerle zancadilla a sus aspiraciones políticas, ahora, conociendo el salvamento de voto que hizo el magistrado de la sala plena de la Corte Suprema de Justicia Eugenio Fernández, no queda la más mínima duda.

El magistrado Fernández, cuestionó la Fiscalía General de la Nación por las "carencias que hay en la investigación para acusar a Arias", porque "hay contradicciones, equivocaciones, imprecisiones e indeterminaciones, además de exclusiones que generan muchas dudas", y denuncia que en algunos de los cargos que se le atribuyeron, "no se reunieron los requisitos necesarios, motivantes, como lo indica la Ley 906 del 2004" y no corresponden exactamente a las que se probaron para condenarlo.

Igualmente, dice el magistrado que no se tuvieron en cuenta las pruebas aportadas por la defensa, en las que demostraba que en las administraciones que precedieron al exminagricultura Arias, también se hacían contrataciones directas con IICA, quedando como precedente que esa era la forma correcta de actuar.

En fin, en el extenso documento deja constancia de otras tantas irregularidades y afirma que el debido proceso fue vulnerado. Añade que, aunque está de acuerdo con la responsabilidad penal que se le atribuye a Andrés Felipe Arias "por peculado por apropiación en favor de terceros respecto de los beneficiarios de subsidios por fraccionamiento de predios…", no comparte la pena impuesta por considerarla excesiva, dice que la sanción es "incongruente".

Es, pues, en extremo preocupante, ver cómo muchos fiscales, jueces y magistrados vienen utilizando la justicia con propósitos diferentes a los de castigar como corresponde a quienes quebrantan la ley, y la están usando con fines políticos y como medio para descargar odios o como arma de venganza. Repugnantes objetivos que, gracias a la complicidad de ciertos medios de comunicación que se encargan de divulgar información sesgada y de proferir condenas anticipadas, se consiguen fácilmente, puesto que cualquier fallo que emita la justicia por duro e "incongruente" que sea, siempre coincide con los linchamientos mediáticos de ese público que previamente fue estimulado.

Ese es el caso de Andrés Felipe Arias, un hombre bueno y un profesional brillante, que desempeñó un importantísimo papel en el Ministerio de Agricultura. Que implementó uno de los programas más benéficos que haya tenido el agro colombiano, que favoreció a 25.519 pequeños y medianos agricultores y a 40 grandes empresarios, entre quienes, desgraciadamente, se encontraba un puñado de tramposos que abusando de la buena fe de los directivos del programa Agro Ingreso Seguro, pretendieron defraudar al Estado.

Al exministro y a sus funcionarios les faltó, tal vez, blindar el programa contra los hampones que lastimosamente abundan en este país, y por ello incurrieron en una falta administrativa que debe ser sancionada en su justa medida.

Sin embargo, el gran pecado de Arias es haber sido el más firme aspirante a suceder al expresidente Uribe. Le pasaron factura los adversarios políticos del expresidente, entre ellos, algunos de los magistrados de la politizada Corte Suprema de Justicia. A Arias lo quitaron del medio para darle paso al segundo en la línea sucesoria.

Ciertamente truncaron su carrera política, arruinaron su vida profesional y familiar. Pisotearon, además, su honra. Andrés Felipe Arias será cualquier cosa, menos un vulgar ladrón y en sus bolsillos no quedó un solo centavo del erario.

Su juicio es una de las jugadas políticas más repugnantes de la historia reciente de este país.

Tanto el juicio, como la sanción son ¡indecentes!

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