Kirchner contra la pared

A todas luces muy extraño el “suicidio” del fiscal Alberto Nisman, justo en momentos en que iba a presentar el alegato al Congreso contra la presidenta gaucha, Cristina Fernández de Kirchner, por el caso del atentado a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), donde murieron 85 personas hace 20 años.

¿Cómo así que alguien que lleva preparando meses la causa jurídica a la que ha dedicado su vida entera se descerraja un tiro en la sien a pocas horas del evento? Suena, por supuesto, bastante mal o por lo menos incoherente. Y el Gobierno argentino deberá convencer de que no se trata de un asesinato, es más, de un crimen de Estado.

Ha pedido la Administración paciencia para develar el intrincado asunto, para lo cual ha dado todo el respaldo a la Fiscalía. Está bien que lo haga si no se trata simplemente de ganar tiempo. Para ello resulta indispensable un tratamiento de emergencia, sabido que en este tipo de circunstancias las horas son el bien más preciado.

El fiscal Nisman venía advirtiendo, a los medios locales, que podía terminar muerto por sus averiguaciones. La fragilidad de su vida era tan evidente como que el Gobierno había tenido que destinar diez escoltas para su protección, donde ese tipo de medidas no son comunes, como en Colombia, sino evidentemente extraordinarias. Ello, por supuesto, a raíz de que había pedido abrir causa penal al alto Gobierno, bajo la tipificación de encubrimiento y confabulación.

En efecto, su alegato apuntaba a que la Administración habría puesto toda clase de trabas para develar la conexión iraní con el escabroso atentado, el más grave ocurrido en ese país a la par de otro similar, dos años antes, contra otro centro judío. La conducta, según Nisman, habría impedido llegar a un pronto dictamen de la justicia, en medio de una red de intereses entre agentes gubernamentales argentinos y funcionarios de Irán.

El nerviosismo es hoy evidente. Muy grave sería para Argentina, que tiene una población islámica de 300.000 personas -la más grande de América Latina-, encontrar que han existido lazos espurios con el terrorismo.  De modo que el reto es doble: develar qué ocurrió con el fiscal Nisman y al mismo permitir que se avance en la causa penal parlamentaria, si es que hoy alguien está dispuesto a retomar el caso.

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