LA AGENDA QUE SE VOLVIÓ SECRETA Y QUE EXPLICA EL ‘GUARDAO’ DE LA HABANA

Ni la DEA, el FBI, el ICE, los servicios secretos del ejército, los hackers legales e ilegales, le habían suministrado al gobierno de Juan Manuel Santos, a escasos meses de iniciado su gobierno, la información que se recoge en “Agenda para solucionar el problema del narcotráfico y la violencia en Colombia” que se puede leer en internet. Sospecho que parte de este documento se utiliza como guía para los diálogos de La Habana, en lo que le conviene al gobierno.

Hoy se debate el tema de ‘Los cultivos ilícitos’, un nombre genérico, una burla, que no explica las diferentes etapas y complejidades del documento ignorado que describe el negocio con productores e importadores de insumos, productores de la materia prima, bajadores, contadores, lavadores, empresas fachada, redes de corrupción. Así en la cadena de producción, cuando las Farc cultivan por medio de campesinos, les queda el 1%, en la fase de laboratorios el 9%; como mayoristas Farc y Bacrim ganan el 60% y como traficantes para el mercado interno y foráneo, el 22%. Cada ‘vuelta’ del negocio los involucra en diferentes proporciones y responsabilidades.

La propuesta contemplaba el apoyo para la desarticulación de las rutas y el negocio de las Farc en la  costa pacífica, el atlántico y el resto del país; información sobre los integrantes de las diferentes estructuras delictivas que sumaban 9000 delincuentes; los sitios de despacho, medios de transporte y destinos, el inventario de bienes, testaferros, las zonas de influencia, etc. En contraprestación pedían, obviamente, políticas de garantía, acuerdos de sometimiento, el aval de EE UU, etc. Pero como CRIMINALES no pretendían gobernar, ir al congreso, ni aplausos.

Contempla el documento el análisis de los actores. Por un lado los que estaban a favor del sometimiento: Ministerio de Defensa, dirigentes políticos, el vicepresidente Garzón, la embajada de EE UU, la iglesia, algunas oenegés, OEA, UNASUR, Fiscalía, gremios de producción. Curiosamente el Presidente Juan Manuel Santos no aparece en esta lista de los que aprueban. Los que estaban en contra: Las Farc por obvias razones ya que se quedan sin ingresos, los carteles mejicanos que se quedan sin proveedores, algunos miembros del gobierno venezolano, de las FF AA y la policía, dirigentes del partido liberal y conservador. Los indefinidos: Departamento de Justicia de EE UU, Ministro del Interior (Germán Vargas), Canciller (María Ángela Holguín), Ecuador, Rama Judicial, Medios de Comunicación.

En relación con la Agenda de Solución, el plan contemplaba: exploración, carta de intención de sometimiento y garantías, apertura de diálogos para examinar ofertas de parte y parte, comunicación pública. La carta explícita de los narcos contemplaba su sometimiento a la justicia, la cooperación con el Estado y la renuncia a actividades ilícitas; en pocas palabras lo que viene clamando la sociedad colombiana. La negociación se presentaba de manera directa, sin ambages, comisiones o regateos en un país extranjero. Llama la atención que los narcos planteaban, con su apoyo, una RECUPERACIÓN DE TERRITORIOS PARA EL ESTADO MEDIANTE LAS ACCCIONES ESTATALES NECESARIAS, a diferencia de las ZRC que son una entrega a las FARC. Se puede ver paso a paso cómo se desmontaría la violencia, cómo la paz sería posible, a partir del desmantelamiento voluntario de la estructura que alimenta la guerra: el narcotráfico. Se analiza paso a paso las posibles etapas del postconflicto con el propósito claro de fortalecer al Estado y la sociedad. ¿Por qué se mantuvo en secreto esta propuesta? ¿Por qué se descartó? Porque ganaron aquellos a los que no les convenía. Sencillo. El problema hoy es que el documento es conocido y que está construido alrededor de una idea de SOMETIMIENTO A LA JUSTICIA. Por ese motivo, predicar las bondades del postconflicto, que solo es posible con ese sometimiento, no cuadra con la pretensión de impunidad, participación política y deseo de gobernar que manifiestan las Farc y que no era la pretensión de los narcos. Si el pueblo colombiano conociera ese documento lo aprobaría en un 97% y entendería por qué los diálogos de La Habana deben ser secretos y difíciles y por qué se teme una claudicación del Estado.

En el 2014 se desviará la atención mediante el escándalo de las demandas de J.J. Rendón, Chica & Co., el show del espía, las salpicaduras de campañas; porque los que verdaderamente no quieren la paz son los actores indefinidos y los que están a favor de la impunidad, o mantienen intereses en el negocio; no los que se oponen a  la impunidad o la pretensión inmoral de unos terroristas que nos quieren gobernar.

¿Qué supongo que pasó con J.J. Rendón? Ayudó a armar el documento, buscó la intermediación, cobró. El documento establece una diferencia entre bandidos inteligentes y terroristas ilusos. Los bandidos pagan y disfrutan; los otros quieren disfrutar el poder sin pagar y ofrecen la carnada de la paz. Los narcos, cansados de esperar a Santos, negociaron con los gringos y sacaron su ventaja personal a desmedro del país. Santos jugó a ganarlo todo. Era políticamente incorrecto negociar con los narcos, pero era lo más inteligente y conveniente para el país, pues sin la gasolina financiera las Farc no podrían sostenerse. Prefirió una dudosa legitimidad política, el reconocimiento internacional,  para negociar con los terroristas sin garantías del desmantelamiento del negocio que hoy las Farc no pueden esconder porque sus socios elaboraron el documento de inteligencia irrefutable. Queda ahora la carreta frente a lo obvio que la niega. Y J.J. Rendón queda como sapo porque Santos lo dejó colgando de la brocha. Eso es lo que se quiere ocultar con el escándalo del espía; lo implícito en la revelación de Fernando Londoño en su columna “El ocho mil de Santos” que tanto le disgustó al editorialista de El Tiempo.

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