La Colombia educada y creyente

No han terminado las festividades del fin de año. Apenas la Navidad, o mejor, la Natividad, se conmemoró y ya tenemos un crecido número de personas y sobre todo niños, afectados por la pólvora. De nada sirvió la tragedia en México donde todo un mercado de polvorería artesanal, con muchos expendios concatenados, explotaron y causaron 30 muertos y más de 50 heridos, graves algunos, que han comenzado a morir. No sirve esta inmediata tragedia para que las autoridades colombianas tomen medidas radicales en esta materia que tiene un substrato religioso y pagano a la vez. Quemar niños y dinero en nombre de Jesús en el pesebre solo ocurre en un pobre pueblo atrasado y venerador del fuego y del sufrimiento.

Pero tan grave es lo anterior como las riñas y los homicidios en las mismas fechas. El encuentro entre los familiares alrededor de la presunta cena navideña y de las botellas de licor, despierta viejos reclamos y nuevas agresiones entre parientes, sino además, con los vecinos. Esta conducta irracional y agresiva de miles de colombianos demuestra que los valores de respeto y convivencia que declara la Constitución como deberes y derechos, son mero discurso que enseñan los maestros y los comunicadores, los profesores de derecho constitucional y las benditas almas del purgatorio, almas de cristianos que allí penan por no respetar la ley. Digo yo.

La escala de las infracciones y delitos cometidos en el día de la Misa de Gallo es más alta e inmoral, es decir, contra las buenas costumbres de la mayoría de nuestros ciudadanos. Los homicidios en la Nochebuena son para denominarla la noche mala. El general Jorge Rodríguez Peralta, director de Seguridad Ciudadana de la Policía (suponíamos que toda la policía nacional se dedicaba a la seguridad ciudadana, por lo visto no) dijo que “los colombianos dieron una gran muestra de civismo” porque apenas hubo 54 homicidios y 7.422 llamadas telefónicas correspondientes a riñas. Y esconden los hechos con el manto del aumento de porcentajes, haciendo que el ciudadano que lee o escucha suponga que vamos bien. ¿Cómo vamos a ir bien con hechos abominables, no con alegres porcentajes?

Ya veremos para el Año Nuevo cómo se repiten los hechos y aumentan los números enteros de este país de creyentes y bien educados en el respeto por la ley. Pero, ¿por qué van a ser respetuosos de la ley si durante todo el año 2016 las más altas autoridades del Ejecutivo, el Legislativo y el Jurisdiccional lo que han hecho es incumplir la norma constitucional? ¿Acaso no tenemos el mal ejemplo tan dañino para la democracia y la convivencia? Cunde el mal ejemplo y los líderes del gobierno y sus ramas legales aparecen como personajes de cartulina que no merecen tener seguidores ni imitadores.

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