La Habana: sutileza y terquedad

Definitivamente el gobierno de Juan Manuel Santos  está utilizando combustible de baja calidad para tratar de mantener cohesionada la fuerza de “unidad nacional”, al no poder cumplir con la mermelada prometida; conspirando contra el ex presidente  Álvaro Uribe Vélez con aseveraciones carentes de razones, cayendo en el plano de las provocaciones; después de haber abandonado el camino que hace dos años le trazaron las urnas, para abrazar la política de “su nuevo mejor amigo”.

Si Santos hubiese hecho la tarea que se comprometió al aceptar la candidatura a la Presidencia -que luego cambió por la de sus contradictores-, a esta fecha los criminales de las Farc estarían sentados sin condiciones ni arrogancias y nos estaríamos evitando el show mediático, las muertes de inocentes, las voladuras de oleoductos, la quema de vehículos, las minas quiebra patas, el reclutamiento de niños y niñas. El narcotráfico estaría seriamente debilitado y el pueblo colombiano enalteciendo su gobierno.

Pero no. Todo es un mar de falsedades, apariencias y disimulos. Las Farc no quieren la paz: para ellos este proceso es un medio para tomar un nuevo aire. El gobierno de la mermelada por ingenuidad y oportunismo ha dado oxígeno político a esta organización narcoterrorista, definida alguna vez por el mismo Fidel Castro como la más terca del mundo. Ellos, los de la Farc, viven en un autismo ideológico y por eso usan en estas conversaciones la misma táctica de Casa Verde y del Caguán, pidiendo imposibles sin ceder en nada. Lo que quieren es nada menos que el poder a través de una nueva Constituyente, en la cual ellos tiren las líneas generales en forma sutil, para luego hacer lo mismo que Fidel y Chávez.

El desconocimiento de la verdad por las Farc en la Habana ha llegado a niveles insostenibles, al no aceptar ni confesar los crímenes cometidos, que han dejado tantas familias  sumidas en la tristeza y asolado al país por tanto tiempo. Es absurdo por eso pensar en que pueden llegar al parlamento como premio. Sería el primer paso para que con los millones que tienen producto de las drogas, impongan sus candidatos y seamos gobernados por los mismos criminales  que han sumido a Colombia en una carnicería. 

Hay que llamar las cosas por su nombre, porque quienes apoyan el circo en la Habana, o son cómplices, ignorantes, o estólidos. No pocos son los mismos que se llenaban la boca descalificando el proceso con los paramilitares. Pese a sus defectos, el proceso con las Auc, ha sido el proceso más riguroso a nivel mundial en términos de desmovilización, justicia, reparación y verdad. Completamente distinto a lo que plantea Santos ahora. Contrario al proceso de Justicia y Paz, las Farc están negociando políticas públicas, exigiendo indulto, se consideran víctimas, y se resisten a confesar la verdad y por ende a reparar a sus víctimas. Y para colmo exigen participación política.

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