La hora de la verdad

La justa electoral del próximo domingo, en la que elegiremos a aquellos que habrán de conducir el destino de nuestras ciudades y regiones (gobernadores, alcaldes, diputados y concejales), será de particular importancia para el partido Centro Democrático.

No solamente, porque participaremos por primera vez en unas elecciones locales, sino también porque tendremos la oportunidad de demostrar que somos el único partido que hoy tiene la suficiente solvencia y solidez para salvaguardar la Institución Nacional.

Haremos ver que somos esa fuerza política alternativa capaz de menoscabar la mal llamada Unidad Nacional, esa vulgar manguala de partidos políticos que desde las Altas Cortes, el Congreso, la Fiscalía General de la Nación y los más importantes medios de comunicación está cogobernando con el señor Santos y que tiene gravemente amenazado el orden institucional.

Una votación masiva el domingo por los candidatos del Centro Democrático es, entonces, una manera de decirle no a ese repugnante contubernio que persigue y judicializa a todo aquel que osa criticarlo, un no rotundo a esa infame repartija de puestos y contratos que ha dado lugar al más vergonzoso capítulo de corrupción del que se tenga idea en este país, y que tiene en bancarrota al erario y arrasada la moral nacional.

Le diremos al presidente Santos, eligiendo a nuestros candidatos, que no estamos dispuestos a entregar el país para que sacie su vanidad. Que si de todas maneras va a acordar con los narcoterroristas de las Farc, que lo haga, pero eso sí, que tendrá que ser respetando la Constitución Nacional (en la que no hay cabida para “congresitos” ni para “facultades extraordinarias” para presidenticos), y acatando la voluntad del pueblo colombiano que, al fin y al cabo, es la única que es soberana. Que no vamos a renunciar a nuestra democracia, para dar paso a ese aciago Socialismo del Siglo XXl, que tiene carcomida buena parte de América Latina.

Centro Democrático, contrario a las aberrantes aseveraciones que con frecuencia hacen el presidente Santos y sus alegres camaradas, no es un tropel de camorristas que disfruta de la guerra. No. Es un grupo de individuos con ideas de centro, que respeta y defiende la institucionalidad. Que aboga por la justicia que permitirá la paz. Un movimiento que se apuntala sobre las bases de la Seguridad Democrática, la Confianza Inversionista y la Cohesión Social, fórmula que ya nos demostró que Colombia sí podía ser un país viable y con todas las condiciones para progresar.

Y este es, justamente, el modelo de gobierno que queremos replicar en nuestra ciudad y nuestro departamento (y en el país entero). Para ello, tenemos la fortuna de contar con dos extraordinarios candidatos: Juan Carlos Vélez Uribe y Andrés Guerra Hoyos. Un par de profesionales estudiosos, trabajadores incansables y conocedores de nuestras problemáticas, pero, sobre todo, dos hombres probos que, sin duda alguna, antepondrán los intereses de la comunidad por encima de sus intereses personales.

Deposito mi voto de confianza en estos hombres leales, porque sé que se desempeñarán con lujo de competencia.

Invito, además, a todos esos colombianos que hace rato vienen manifestando en las encuestas y en las marchas que el país va por muy mal camino, a los que no están conformes con la manera como se nos está gobernando, ni con la forma en que se están llevando las negociaciones de La Habana, para que lo expresemos en las urnas.

Esta es la hora de la gran encuesta, es ¡la hora de la verdad!.

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