La justicia en vilo

El tema de la administración de justicia aflora a cada instante por cuenta de las contradictorias informaciones que le llegan a la opinión pública sobre nuevas y posibles huelgas, y la consecuencial congestión de expedientes, vencimientos de términos y prescripciones inauditas, como también por los casos de ineficacia e inoportunidad en la resolución de los pleitos.

El ideal de una justa y pronta administración se quedó en eso, apenas un anhelo. La realidad es que el conjunto del aparato de la justicia en Colombia está siendo afectado por las intermitentes huelgas en los despachos. La noción misma del imperio de la ley está siendo socavada por los miles de casos en que los colombianos ven degradados sus derechos y sus intereses por cuenta de un sistema que se mueve como el cangrejo, cuando se mueve…

Descontando los días de fiesta, los de huelga y las diligencias que se aplazan por ausencias de los operadores judiciales, resulta que en el curso del año son más los días y las horas en los que no se labora, que aquellos en los cuales se imparte efectivamente justicia.

Estudiosos de las conductas sociales que analizan las razones del aumento de los crímenes y el sicariato en el país, deducen que frente a las inoperancia de la ley algunas personas carentes de principios civilizados terminan contratando delincuentes para que cobren deudas o incluso para no pagarlas. Semejante degradación social provoca más  actos de violencia que los que se producen por cuenta del accionar de los grupos armados ilegales.

Lo peor es que no se ve solución inmediata a la crisis de la justicia. Ya se oyen de nuevo los clarines de los sindicalistas que convocan a otra huelga. Es verdad que estamos en una democracia y que todos los gobiernos han tenido que enfrentar, casi sin excepción, paros judiciales. También debe reconocerse que cuenta el país con excelentes abogados y funcionarios capaces e insobornables. Pero debe ser toda la Rama Judicial y sus agentes los que tienen que dar ejemplo del cumplimiento del deber y ensayar otras vías distintas a la huelga para obtener ventajas laborales. Sólo así la violencia, corrupción y la delincuencia de toda laya podrán ser enfrentadas eficazmente en Colombia.

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