La masacre del Cauca y la consagración macondiana de la estúpidez

Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Oseas 4:6

Nuestro luto nacional es conmovedor, pero tendrá la vida noticiosa que le den los medios. Hay 47 millones de colombianos y la información verdadera para la RABIA NACIONAL nos la tienen dosificada o escondida; sin embargo el psiquiatra Santos dice que la ‘legítima’ rabia hay que canalizarla constructivamente porque sabe que son pocos los dolientes verdaderos, pero eso no lo salvó del juicio histórico de la rechifla espontánea. Pero me deja triste el constatar que en mi barrio solo he visto una bandera a media asta y otra con una cinta negra. ¿Cómo están las banderas del Palacio de Nariño? Antes el ‘duelo nacional’ se decretaba; hoy se ha olvidado a conveniencia presidencial.

Por lo que poner flores en el Cantón Norte, hacer sonar las bocinas en homenaje al ejército, honrar a nuestros soldados en los sepelios, las mentiras de Alape de que los militares muertos son una “consecuencia de la incoherencia gubernamental de estar ordenando operativos militares contra una guerrilla en tregua,” o ver a los soldados que lloran en silencio o sufren las consecuencias directas de la guerra y le echan la culpa al gobierno de lo sucedido por confiarse en las mentiras de la Farc; los argumentos humanistas contra la guerra que no conmueven a los farianos, etc., son, a primera vista, algunas de las pinceladas de impotencia ante la estupidez inevitable y persistente de una democracia desvalida por la imbecilidad política que es el verdadero engaño, el verdadero enemigo.

El problema no es el impacto anímico de las mentiras, ni las quejas, sino ese poder especial que hace posible que todos esto se dé sin que pase nada definitivo: el poder de la imbecilidad consagrada como prudencia; como compromiso moral de seguir con unos diálogos, cuando LOS HECHOS DE VIOLENCIA de la guerrilla dicen otra cosa. Las buenas intenciones del gobierno y las supuestas mismas buenas intenciones de los negociadores de la guerrilla de llevar a feliz términos los diálogos tienen que confrontar la prueba ácida: ser radicalmente honestos con la VERDAD DE LO QUE LOS HECHOS DICEN.

El imbécil político es aquel que en un determinado momento dirá exactamente lo que no debe decir. Mete la pata involuntariamente. En eso han caído Santos y las Farc. Pero ESTA ES LA PRUEBA ÁCIDA: confrontar la plaga del estúpido político que no se da cuenta de su raciocinio errado. A primera vista parece que razona de forma correcta, de acuerdo con una ideología, planes, etc.; es difícil darse cuenta enseguida de que eso no es garantía de paz. Por eso es peligroso y en ello arrastra a un país porque no se conforma con equivocarse, sino que quiere que todos lo oigan o lo lean, porque cree que con ello puede llegar a soluciones perentorias y definitivas.

Poner plazos, leer comunicados, bombardear como una estrategia de desagravio político con el pueblo, no alebrestar a los militares, etc. SON MEDIDAS POLÍTICAS INEFICIENTES que no funcionan para NEUTRALIZAR una mente criminal enquistada en una organización terrorista que engaña o manipula a un pueblo. Las guerras de liberación, limpiezas étnicas, holocaustos, etc., TODAS tienen ‘justificaciones altruistas’, evaden la responsabilidad, o se camuflan en la negación. Veamos ejemplos.

Dice Alape: “Sea emboscada, contraemboscada, asalto…lo que importa (¿Por qué no dijo: ‘lo que duele’?) es que hay colombianos muertos, eso es lo que hay que parar.” Dice Santos que el acto “infame” de guerra no puede desviar el rumbo del debate sobre el fin del conflicto armado. Cualquier analista puede leer la evasión de las responsabilidades de ambos ante la masacre, ¿pero se registra en la conciencia moral como un engaño? Alape desvía la atención hacia los nombres de la acción, pero evita decir que ELLOS, los líderes de las Farc, contribuyeron con esas acciones directa o indirectamente. Santos le echa la culpa a una abstracción llamada guerra, cuyo verdadero nombre es sevicia, crueldad, engaño, tortura, pánico, impotencia, evadiendo a las personas responsables sentadas en La Habana. “Hay que parar” es una estructura IMPERSONAL de la lengua que revela cero nivel de compromiso con la responsabilidad moral sobre la masacre. ¿Por qué no dijo Alape: ‘el gobierno y nosotros debemos parar esta guerra’? Otra estructura impersonal de comunicación, la suelta Vargas Lleras: “Habrá que tomar una definición pronto.” ¿Por qué no define la ‘definición’? (Las oraciones impersonales no tienen un sujeto concreto, por eso son tan convenientes en cierta clase de política.)

Atacando a quienes confrontan a las Farc, olvidándose que el 90% del país las repudia, otro ‘azuzador de profesión’ como se proyecta Ricardo Silva Romero en su columna ‘Contraataque’, revela el desvelo paranoico de su sinrazón que no se deja atrapar por la claridad del concepto de que el agresor señalado es UNO E INCUESTIONABLE, que todo el mundo ve, menos él; así lo gritaba Humberto de la Calle en su respuesta al cinismo negacionista de Iván Márquez. A Silva lo ahoga el odio alambicado contra la oposición, sometido a la ‘monotitularidad’ obsesiva que remplaza la vacuidad de su protesta. ¿Quién lo entiende?

Además da tristeza que la respetabilidad de las canas no le sirvan a Alfredo Molano Bravo (Bombardeos, El Espectador, Abril 19/15) para evitar manipular con descaro su versión de la ‘obsesión guerrerista’ de la oposición a la que, según él, le cayó como anillo al dedo el ataque de las Farc. Habla de un escenario preparado para salvar a Uribe de un ‘arrinconamiento’ por el éxito que venía teniendo el cese bilateral al que le faltaba un detonante para sabotearlo, y dice sin sonrojo: “El escenario estaba preparado y solo faltaba lo que pasó: 50 soldados durmiendo…” Es decir, el destino ‘mágico macondiano’ unió la mente criminal de las Farc con la conveniencia del acorralado Uribe. Pero el tal escenario ya había sido anunciado por la Defensoría del Pueblo. Ese ‘man’ está loco.

Y la ‘cereza’ del coctel la pone Semana al preguntarse en su carátula de la edición 1720 el porqué de la masacre respondiéndose con otra pregunta como cortina de humo racional: ¿Insensatez, acto deliberado o disidencia? Lo de disidencia lo recoge Natalia Springer: pero no es ninguna de las tres, pues es sencillamente la NATURALEZA PSICOPÁTICA, MALIGNA Y ESTÚPIDA de la organización, como es la del escorpión que al aguijonear a la tortuga que lo salvaba de la inundación termina por hundirlos a los dos. El testimonio sencillo, claro, incuestionable de lo anterior lo ofrece ‘Antonio’ un exguerrillero desmovilizado: “Yo me conozco esa vaina de la paz; ojalá se cumpla, pero está durito. Vea lo que pasó en El Cauca. ¿Usted cree que si la guerrilla quisiera una paz va a matar a 11, 12 militares? Uno ve esas noticias y siente miedo de que vengan y lo busquen a uno, ESA GENTE ES SIN MENTE PA LO QUE SEA”. Es decir, un campesino hace una perfecta descripción de la mente psicopática. (“Si me preguntan, yo diría que la paz es el campo: ex guerrillero” El Tiempo, abril 19/15.)

Otro triste desplazado del sentido común, Luis Noé Ochoa (“Un atentado a la esperanza de la paz” El Tiempo) se les queja a los farianos: “Y así quienes libramos una guerra por la paz (los de las Farc también lo hacen a su manera) quedamos casi sin argumentos ante los guerreristas.” Es decir, todos ‘guerreamos’, pero unos son de mejor estrato que otros. ¡Qué estupidez!

Y siguen las estupideces. Iván Cepeda: “pues sería irresponsable tirar por la borda lo que se ha logrado.” ¿Qué se ha logrado? ¿La firma de unos ‘acuerdos’? ¿Unos ‘pendientes’ desconocidos? ¿Exigencias de impunidad? ¡Tener sentados a la mesa a unos terroristas durante una larga incertidumbre, no es un logro, por Dios! Lucy Nieto de Samper, de manera inocente les pide a las Farc ¡que cumplan con sus obligaciones y deberes!

Entonces es de llorar y no de celebrar la piñata de la imbecilidad política frente a nuestros ojos, rellena de las evidentes contradicciones aceptadas como normales, o ignoradas; piñata a la que es políticamente correcto, según las Farc, darle un trancazo en El Cauca, y romperla, para esgrimir como argumento la necesidad de un cese bilateral. Para eso son las imágenes de cadáveres trasportados en plásticos fuera del campo de sacrificio, por lo que hay que hacerle honores militares, llorar la muerte en la guerra colombiana que siempre le toca a los soldados pobres. Para ello se le ha disfrazado de aspiración de ‘paz’, con coronas mortuorias y toques de silencio que parten el alma. Y ante esa rompimiento de piñata, hay que meterle el acelerador al circo, antes de que se vayan los payasos, frente a un proceso deslegitimado; por lo que la verdad de Perogrullo del soldado que dice ‘al quitarnos el apoyo aéreo es como si nos cortaran la mano derecha’ es silenciada por la persistencia de la aparente imbecilidad presidencial.

Además el llamado ‘cinismo’ de las Farc, no es tal, porque se trata del poder que manejan en secreto porque saben que no pueden ser tocados por su importancia chantajista, financiera, y el exquisito apoyo criptocomunista de los hijos radicales de papi del Chicó. Y esta es la estupidez macondiana. No solamente sabemos que quieren el poder, y nosotros como si nada, sino que sus aspiraciones están ampliamente documentadas con nombres, detalles y fechas.

Veamos. En Verdad Abierta se nos revelan los planes de crecimiento de las Farc en septiembre de 2013, once meses después de iniciados los diálogos. Se puede consultar: ¿Está vigente agenda de las Farc en Nudo de Paramillo?

Voceros en La Habana se negaron a hablar sobre el tema. “El destape total de los archivos de alias 'Raúl Reyes” (silenciado por la CSJ); “Más secretos del 'dossier' colombiano sobre las Farc y el Eln en Venezuela”, El Tiempo.

“Planes secretos de las Farc”, el Espectador, etc. Pero esta es la prueba contundente de que lo que presenciamos hoy en La Habana es un plan de larga data en el que participaba JM Santos. El 4 de septiembre de 1998 dirigió al presidente de la Cámara de Representantes, con motivo de la instalación de la Comisión de Paz, una carta que se puede leer como la editorial “Coger al toro por los cachos” en los archivos de El Tiempo. Allí proponía cogobernar con las Farc. En otra fuente leemos que Carlos Castaño expuso, con claridad y detalle, otro aspecto de esa componenda en el capítulo ‘Días de conspiración’ de su libro Mi confesión, razón por la cual fue silenciado. Allí se exponía, una vez apartado Samper, la ‘refundación’ del Estado, la Constituyente con Santos a la cabeza como candidato de las Farc, etc. “El Abrazo Grasso” en el que el presidente de la bolsa neoyorquina defiende sus negociaciones con las FARC (EIR (Vol. XVI, nums. 15-16, agosto de 1999) para que Raúl Reyes invirtiera en Wall Street, cerrando así el ciclo del interés político – económico de la mafia internacional y nacional para convertir a Colombia en un narco estado, en donde la falta de autoridad facilitaría la operación del crimen organizado.

En aquella época se quería desmembrar a Colombia por lo que se propuso la traída de los Cascos Azules como fuerza de control territorial en un país descuadernado. Ese viejo plan de los comunistas lo interrumpió Uribe, pero lo revive Samper proponiendo el estúpido ejército de Unasur para el postconflicto.

Ahora vienen las preguntas ácidas. Si en el escenario de engaño descrito en el que juegan el narcotráfico, los intentos de desmembrar el país, contubernio posible entre Farc, BACRIM y crimen organizado en connivencia con una clase política y judicial corrupta a nivel nacional e internacional, Stalin dijera: “Quiero competir por el poder político para gobernar a Colombia” ¿qué haría usted? Sin embargo, como Stalin está muerto, pero no la MENTALIDAD CRIMINAL ESTALINISTA representada por las Farc ¿cómo blindaría al país para que esa posibilidad no se produjera? Ya que la buena literatura escrita por nuestro premio Nobel se ha convertido en ‘la Biblia’ de la izquierda caviar, yo le propondría a mis hermanos de Macondo que leyeran una de sus obritas escondidas: “De viaje por los países socialistas” que vio la luz en 1957 y en el que consignó su enorme decepción del socialismo, cuando todavía no había caído bajo el embrujo de Fidel.

De mi librito trajinado, comprado en una librería de lance, copio las crónicas visionarias de Gabo, inspiradas para ser leídas después de 100 años, cuando se habrían unido capitalismo y socialismo (¿China? ¿Una advertencia para Macondo?)

La ‘cortina de hierro’ es un palo pintado de rojo y blanco; Berlín es un disparate; Los expropiados se reúnen para contarse sus penas; Para una checa las medias de nylon son una joya; La gente reacciona en Praga como en cualquier país capitalista; Con los ojos abiertos sobre Polonia en ebullición; URSS: 22.400.000 kilómetros cuadrados sin un solo aviso de Coca Cola; Moscú la aldea más grande del mundo; En el Mausoleo de la Plaza Roja, Stalin duerme sin remordimientos; El hombre soviético empieza a cansarse de los contrastes; Yo visité Hungría.

La anterior información sobre una posibilidad política amenazante es completada por los ‘dossiers’ chantajistas de las Farc sobre miembros del ejército y políticos, según versiones de Anncol. Además tenemos la revelación de “El G2 cubano y el pacto vil de La Habana” por Eduardo Mackenzie, que no nos deja dudas de que en este proceso existen lo que llamo los ‘intereses privados’ que trascienden internacionalmente y que explican las aspiraciones de impunidad, la mamadera de gallo, porque las Farc saben, y la opinión pública ignora, que tienen una poderosa palanca internacional y conocen las piezas del rompecabezas que he expuesto, que la opinión pública desconoce y que también manejan ciertos servicios secretos que filtran a conveniencia. Además, el Secretariado tiene suficiente billete para pagar un paraíso escondido en Cuba o Venezuela.

Pero como ahora celebramos Macondo, sería bueno advertir que hay una cierta soledad o enfermedad social que puede invadir a un país por más de cien años y es que no se puede denunciar y aceptar la impunidad de la estupidez política sin quedar contaminado por ella. Y como toda estupidez respetable, la nuestra goza de una espuria lógica que hace perpetuar un error con el que podemos acostumbrarnos a convivir con cierta incomodidad de prestigio llamada tolerancia política. El ‘truco’ de las Farc con los negociadores del gobierno que representan al gitano Santos es que ellos han vendido la idea de que son el espejo permanente, preciso y fiel de sus acusadores de mesa. Hay que romper entonces el salón de los espejismos imbéciles en La Habana que no tiene por qué arrastrarnos a todos, para que descubramos el truco gitano que nos impide creer en un mundo real y honesto que puede hacer valer una política semejante, sin necesidad de las Farc o Santos; en el que Colombia como Macondo, pueda volverse tan reciente y limpia como en la primera creación, por lo que muchas cosas políticas buenas y malas, que hoy carecen de nombre, podrán volverse visibles y manejables al simplemente señalarlas con la contundencia y persistencia moral del dedo índice; y al hacerlo, meternos el corazón en la cabeza y el cerebro en el pecho, para así poder pensar con amor sobre nuestros soldados y víctimas, y amar y negociar la paz con sabiduría, sin entreguismos ni política.

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