La Ministra en La Habana

El proceso de paz atraviesa un mal momento y la Ministra de Relaciones Exteriores llega al escenario menos diplomático que uno pueda encontrar, con la terminación de la tregua unilateral de las Farc, a apoyar al equipo negociador, dentro de un proceso que, a pesar de los esfuerzos para coordinarlo del doctor Humberto de la Calle, avanza lentamente.

Jamás he dudado del interés del Primer Mandatario por conseguir la paz y soy consciente de su inquebrantable voluntad de hacerla realidad, pero sentar a la Ministra en la mesa de negociaciones tiene sus bemoles. La discusión de la política internacional de Colombia allí no cabe. Cualquier manifestación suya puede ser malinterpretada. Es indispensable anotarlo cuando se habla del posconflicto sin que se sepa cómo terminará el conflicto y los Estados amigos no precisarán su ayuda hasta tanto no se suscriba un acuerdo.

Existen temas complejos, incompatibles con la negociación, como el desarrollo de la tesis sobre No aplicabilidad de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de noviembre de 2012 respecto de fronteras marítimas con Nicaragua  y la posición defensiva en los estrados del alto tribunal en La Haya donde avanza el análisis de la solicitud de extensión de la plataforma continental de ese Estado en detrimento de la nuestra, la aplicación del principio de la No Intervención en cuanto concierne con Venezuela, las instrucciones de voto en los organismos internacionales ante amenazas mundiales que nos tocan, -inclusive la del Estado Islámico-, lo referente a Tratados de Libre Comercio, en fin, asuntos que no pueden debatirse con  voceros de la guerrilla.

Las ramas no dejan ver el bosque. Los diálogos están abiertos para levantar las minas sembradas en los campos, impedir el reclutamiento de niños por las Farc, estudiar lo concerniente con el narcotráfico, el desarme, pero son intocables los compromisos de Colombia con los organismos internacionales, de Derechos Humanos y de la Corte Penal Internacional, así se hable del establecimiento de Justicia Transicional, de perdón y olvido. Las relaciones con Estados Unidos y los países vecinos, por ejemplo, no son susceptibles de discusión.

Gobernar es difícil, el rumbo del proceso de paz es una incógnita y negociar en medio de la guerra, complicado. El tiempo apremia y el Presidente de la República ha sido claro al manifestarlo. Sobre la presencia de la Canciller si esta conduce a que la guerrilla reciba la explicación de la política internacional privativa del Jefe de Estado y se produce controversia al respecto ello complicaría todo. El que constitucionalmente debe recibir información de los asuntos exteriores es el Congreso de Colombia. Por buena que sea la intención de situar a la doctora María Ángela Holguín en La Habana parece inconveniente, con mayor razón si hay escalamiento del conflicto.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar