La mordaza extendida

Resulta preocupante que en América Latina se extienda poco a poco y con perversos e insospechados fines, la mordaza a la libertad de prensa.

En la medida en que ciertos gobernantes crean la necesidad de reelegirse indefinidamente, propiciando gobiernos oscuros, sectarios, afincados en personalismos y en extravagancias, van produciendo leyes excluyentes y medidas impositivas que les permita a sus anchas ejercer el poder de manera absoluta, eliminando toda clase de obstáculos que pretendan advertir sobre las consecuencias erráticas de gobernar a espaldas del bien común.

La prensa sin duda ha jugado un papel muy importante en el equilibrio del poder, en la medida en que informa, controvierte y denuncia los abusos, dando oportunidad de expresión al que merece tener una opinión razonable de la manera como se presentan las cosas, opinión que se convierte en una luz frente a la desesperanza y lo oprobioso.

Pero cuando esa opinión estorba intereses y dificulta los personalismos, entonces aparece el poder de la fuerza para perseguirla, para amedrentarla, para acallarla, no solo con el miedo, sino con las acciones concretas que producen heridas y condiciones de impotencia.

Lo que hoy observamos con preocupación en gobiernos como Venezuela, Argentina y Ecuador, es ya la evidencia de hasta donde se puede llegar: Se ordenan por la fuerza rectificaciones ante opiniones lúcidas, se dispone el cierre de medios de información, se expiden medidas intimidatorias y crueles y se apela a la perversidad para impedir que los periódicos adquieran papel para poder editar sus ediciones ordinarias.

Qué lamentable este panorama, que sin duda será el aliento para menguar las libertades, para robustecer la corrupción y para alejar a las personas de la actividad de gobierno. Que triste se debe sentir Jaume Perich, al saber que su famosa frase está siendo pisoteada “Gracias a la libertad de expresión, hoy ya es posible decir que un gobernante es un inútil, sin que nos pase nada”.

El último episodio que registra la prensa, dando cuenta de que a un caricaturista en Ecuador se le ha allanado su domicilio y decomisado sus herramientas de trabajo, porque una caricatura ha disgustado al gobernante, es simplemente un acto atroz, que no solo pretende acabar con la libertad de expresión, sino con la capacidad de humor.

Ojala la frese, recientemente pronunciada por la Presidenta brasilera Dilma Roussef le diga algo a sus colegas de ahora: “Prefiero el ruido de los periódicos, al silencio de las dictaduras”.

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