La Organización Electoral

De acuerdo a las experiencias cercanas la Organización Electoral deja mucho que desear, principalmente las dos instancias más importantes: el Consejo y la Registraduría. Aunque, de ahí para abajo, como que igual se cuecen judías y muchas.

Bueno es rememorar el viacrucis a que fue sometido el Centro Democrático para hallar finalmente su denominación, gracias al cambio inusitado de doctrina, haciéndole perder tiempo precioso para la inscripción y promoción de las listas, pero como Alá es grande ahí quedan los resultados arrojados por la urnas, por encima de las trampas cuando de contar los votos se trató.

O témpora o mores cuando se contó con un Consejo Nacional Electoral integrado por abogados pulquérrimos, elegidos por el Consejo de Estado y no por esta recocha de advenedizos de ahora que, quedándoles grande la denominación de magistrados, apenas sí llevan el título a manera de apodos.

Como me dijo el jurisfilósofo Juan Carlos Peláez Agudelo mucho han aprendido esas autoridades de aquel dechado de vicios que es la señora Tibisay Lucena, la gran electora de Venezuela.

En Antioquia, por ejemplo, le quisieron escamotear las curules a Rodrigo Saldarriaga del Polo y Margarita Restrepo del uribismo que, de no ser por las jaurías destacadas en los escrutinios, habrían volado cual “aves a la región profunda” y esto pues para no mirar para ciertas plazas caribeñas plagadas de hábiles sujetos que suelen ganarse los escaños antes y en los escrutinios por arte de birlibirloque.

¿Qué Democracia va a ser esto en las que el dinero y las trampas son los grandes electores, excepción hecha del Centro Democrático que ganó sobrado a voto limpio en plazas tan cooptadas como Envigado y muchas otras plazas bajo control de vetustas maquinarias?

Aquí de Democracia no va quedando sino el nombre. La presidencia ha sometido las instituciones en su beneficio, salvo a la Procuraduría. El Congreso, el aparato judicial en sus cúpulas, la Organización Electoral, la Fiscalía, la Contraloría, la Defensoría, los más importantes medios de comunicación, obran bajo la férula del presidente, al punto de poderse decir sin temor a equivocación que estamos llegando a un sistema autocrático detestable y peligroso para las libertades públicas.

Así, el monopolio del pensamiento por parte del gobierno está llegando a extremos tales, que está poniendo de moda el delito de opinión con retenciones ilegales como las de los estudiantes venezolanos y pasando cuenta de cobro a las voces independientes que se expresan a través de las redes sociales provocando, como está sucediendo desde hace un tiempo, la suspensión de cuentas. De esto último me cuento entre las víctimas reiteradas.

Hay que pararle bolas a todo esto o terminaremos en el mismo enredo del vecindario.

Tiro al aire: el señor presidente Santos se propone solucionar la sequía que agobia al Departamento de Casanare contratando unas rogativas con la Conferencia Episcopal.

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