La ‘parejita’

Dos cuatrienios duró la obsesión de ciertos enajenados por destruir la reputación de Uribe y su entorno. Daniel Coronell y León Valencia, kamikazes de la calumnia, actuaron siempre como sumidero final de excrecencias provenientes del odio exacerbado.

Coronell porta el ponzoñoso síndrome de la "pseudología fantástica" -o mitomanía o mendacidad profesional- y por eso es sujeto esencialmente desconfiable. Como el personaje de Leonardo Sciascia -en la deliciosa novela El archivo de Egipto-, Coronell inventó para sí un origen épico que está publicado desde hace años como Perfil en laimprenta.wordpress.com (http://bit.ly/ihhyJZ). El tramador, ¿quién podría creerle?, asegura, sin ruborizarse, que nunca dictó las mentiras de ese Perfil y que ni siquiera las ha leído.

Kien&Ke, sin quererlo, desbarató el castillo de naipes construido por Coronell para poder tener acceso a tratos sociales y económicos con miembros de la comunidad judía. Kien&Ke describió los humildes -pero respetables- orígenes de Coronell padre, casado con una esforzada y muy cristiana maestra de escuela, que se batió sola para levantar sus críos en alguna esmirriada casita del sur bogotano. La publicación de K&K desbarató la narración que Coronell (hijo) había hecho a laimprenta.com, con tremebundas escenas de guerra mundial; fantasiosos episodios de persecución en un imaginario país de origen; visas obtenidas para su padre y su tío mediante cambalaches con autoridades macondianas al llegar a un ignoto puerto colombiano. En laimprenta.com, Coronell habló de su ancestro judío; pero no aclaró que se refería al hecho histórico de que muchos españoles que llegaron a América hace 500 años traían apellidos judíos.

En fin, que el periodista Daniel Coronell, quien se lució mintiendo, tergiversando o exagerando cualquier actuación de Uribe o de sus compañeros de gobierno, quedó ahora, él mismo, retratado en K&K como vulgar protagonista de una gran impostura. Porque una cosa es ser judío por conversión y otra cosa muy distinta -y grave- es simular haber nacido judío para infiltrar a la comunidad con fines aviesos.

La religión judía, aunque no es proselitista, tampoco rechaza la conversión de descendientes de los españoles que fueron forzados a abjurar en el siglo XV (los anusim) y hasta de los nuevos prosélitos (guerim); pero, eso sí, los somete a largo y dispendioso proceso de judaización, que alguien definió sabiamente como "conversión de los conversos". La autoridad judía no acepta el engaño, aborrece el abordaje pirata y la suplantación. Alguien, justificando al timador, salió con esta perogrullada: "se puede ser judío y llanero al mismo tiempo". ¡Claro! No faltaría más que importara la ubicación geográfica para una comunidad cuyo desplazamiento forzado es denominador común de su historia. Judaísmo, incluso, nada tiene que ver con raza, con color de piel. Los judíos negros, oriundos de Etiopía, son reconocidos oficialmente, mientras que, por ahora, algunas comunidades antioqueñas cuyo fenotipo y apellidos son sefaradíes tendrán que esperar su reconocimiento como parte del Pueblo de Israel.

En fin. A Coronell se le respeta su actual "convicción judía", ¡ni más faltaba! Denuncio, sí, la forma como llegó a hacerse reconocer parte del judaísmo, porque denota naturaleza mendaz, que pone en entredicho todo lo demás que haya dicho o diga. El sartal de mentiras sobre su propio origen -publicado en laimprenta.com- muestra que Coronell es persona nada confiable, capaz, también, de mentir sobre la vida de los demás. Él, por ejemplo, hizo el montaje Yidis-abogado Ballesteros, publicó fotomontaje mío con Pablo Escobar y está en el montaje sobre las 'chuzadas', ha intentado criminalizar el trabajo de mi esposa y de mi hijo, etcétera…

Próximamente desarrollaré hallazgos de fiscalía sobre León Valencia, el otro de la parejita.

José Obdulio Gaviria

Eltiempo.com

Julio 13 de 2011

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