La pata no es suya

Quisiera mandarle una carta al señor ministro de Defensa, pero se me hace difícil que se la dejen llegar. Por eso apelo a este espacio para que algún amigo le lleve la razón.

Ministro, no trate de sacar la pata que metió su patrón, ese no es problema suyo y, además, se está enredando al tratar de hacerlo. La periodista Claudia Gurisatti le mostró muy claro lo que dijo Juanpa (como le gusta que le digamos) y usted trató de mostrar lo que no había dicho su jefe y supuestamente el error en que estaba la periodista. Ministro: los colombianos no somos tan tontos como se cree en Palacio.

Entiendo que es pura lealtad de subordinado, pero esta no puede llegar hasta el extremo de la sumisión incondicional. La verdad vale más que la cabeza agachada. Usted, creo que no es jugador de póker para acostumbrarse a la mentira. Déjele eso a su patrón.

Ministro, la lealtad es una gran virtud, pero no puede afectar la entereza. Esta, la entereza, tiene que imponerse cuando se trata del cumplimiento de la Constitución y de las leyes. No podemos aceptar la violación de las normas por ser leales a nuestros jefes equivocados.

Ministro, las malas compañías nos hacen daño, hay que cuidarse de ellas a no ser que la mala compañía sea uno mismo. Quiero, señor ministro, contarle una historia que ocurrió en la tierra de mis mayores: salía María de su casa para asistir a la misa de las cinco de la mañana, como acostumbraba a hacerlo como buena y ejemplar católica que era. En el zaguán de salida se encontró con su hijo que apenas llegaba de su parranda acostumbrada. María, bien molesta, le dijo: “Mijo, apenas llegas cuando yo salgo para misa, es que esas malas compañías te están perjudicando mucho”. El hijo le respondió: “Mamá, no nos digamos mentiras, la mala compañía soy yo”. Ministro, creo que la mala compañía no es usted, pero cuídese de ellas y no trate de defenderlas.

La lealtad es admirable cuando se es leal con las personas que se la merecen y cuando se es leal con quienes respetan las instituciones que se le han encomendado. En el caso que comentamos quien viola la Constitución, quien la cambia para asumir todos los poderes como son los que predica la Carta Magna, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial no merece sino el repudio de los colombianos. Usted, señor ministro, no se puede prestar para estos juegos peligrosos que nos llevan hacia el abismo, hacia la desinstitucionalización del país.

Tratándose de lealtades admiro y respeto como la practican las Fuerzas Armadas y de Policía de Colombia. Esas fuerzas nos dieron la tranquilidad y seguridad en nuestro país. Ahora, por respeto y acatamiento a su superior, al jefe supremo de esas fuerzas, han permitido que el país regrese a la situación que habíamos superado en el gobierno anterior. En este caso también, es primero el respeto y cumplimiento de la Constitución que las lealtades a una autoridad que la ha perdido por la ambición de premios o de pasar a la historia como hacedor de la paz sin importar la entrega de Colombia a la subversión.

¡Hay que salir a firmar!.

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