La paz como carnada

Asistimos con dolor a la capitulación de la legitimidad estatal frente a un grupo terrorista que, como no pudo llegar al poder asesinando civiles y a nuestras fuerzas armadas, perfila su estrategia para dar su golpe certero a nuestro estado de derecho y, de paso, incorporar a la constitución gran parte de sus reivindicaciones como defensores del fracasado modelo del socialismo del siglo XXI.

En una pasada columna hacía referencia a la combinación de formas de lucha, la cual implica dejar en la clandestinidad a un grueso número de guerrilleros, que serán catalogados como disidentes, para poder seguir nutriendo las finanzas del naciente partido político a través de su continuado accionar delictivo.

La carnada por definición de la RAE, en su acepción coloquial,  es el artificio para atraer con engaño. El engaño está sobre la mesa de La Habana maquillado con forma de paloma de la paz.

De allí saltará dicha carnada a las urnas, cuando, de manera tramposa se nos preguntará a los colombianos si estamos a favor o en contra de la paz, luego de un periodo -tramposo también- en el que la campaña de Santos, con nuestro propio dinero, seguirá pregonando el Sí a cambio de casas y mermelada, amenazándonos con más guerra si votamos por el No.

Nos toca a todos aquellos compatriotas que no tragamos entero, abrirle los ojos a la ciudadanía para que, por sí misma, pueda identificar el plan urdido por   los guerrilleros y legitimado por un estado complaciente de mano tendida a los terroristas.

No, no vamos a picar, por muy bonita y adornada que pongan esa carnada, todos sabemos lo que pasará si sucumbimos a las "bondades" de los mensajes de neo pacifistas que se tornan muy violentos ante el legítimo disentir de un grupo mayoritario de colombianos.

Es nuestro deber examinar con detalle el documento final que salga de La Habana, con ojo crítico, contextualizando cada frase allí plasmada, teniendo en cuenta que cada artículo tiene detrás una intención que la misma cúpula de las FARC ha ventilado desde siempre de manera directa, la de conseguir el poder, como se constata en entrevista concedida por Simón Trinidad a la revista Tiempos del Mundo el 5 de octubre de 2001, en la época de la zona de despeje, en donde se dejan claras las intenciones de ese grupo a la hora de negociar. Ver: http://app.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-678164

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