La paz de la revista Semana

La revista Semana sostuvo recientemente que “el expresidente Álvaro Uribe se ha encargado de liderar personalmente la campaña contra el proceso de paz. Es mucha gracia, si se tiene en cuenta que prácticamente todos los medios de comunicación están a favor de la paz, la inmensa mayoría de los periodistas, una buena parte de la clase política y la academia. Uribe, sin medios de comunicación y a punta exclusivamente de Twitter, ha logrado dividir al país en algo en lo que la comunidad internacional en forma unánime está de acuerdo…Y es que el fantasma de Uribe gravita en todos los debates y hechos políticos alrededor de la búsqueda de la paz, como blanco de los ataques o como propiciador de los mismos”.

El autor de esta nota estima conveniente distinguir entre la paz que anhela la mayoría de los colombianos y esa paz efímera que les abrirá las puertas a las Farc para llegar al poder en el posconflicto gracias a las concesiones imprudentes del presidente Santos. La tan inmensa mayoría no existe, puesto que acepta la propia revista que: “Según las últimas encuestas, el porcentaje de colombianos que se considera pesimista sobre si los diálogos conducirán a la firma de un acuerdo bordea el 50 por ciento”.

Imposible no gravitar en todos los debates como blanco o como propiciador de ellos, cuando reinan contradicciones casi insalvables entre las Farc, el Gobierno y los colombianos: 1. En los tres puntos de unos acuerdos ya pactados, sí, pero repletos de desacuerdos. 2. En el azaroso borrador del acuerdo firmado en Cuba sobre la Justicia Transicional. 3. En el antidemocrático “congresito” con facultades indefinidas y extraordinarias para que Santos legisle en respuesta a las exigencias de las Farc. 4. En la polarizadora e inoportuna persecución política y judicial contra el expresidente Uribe y su Centro Democrático.

Para los ciudadanos del común, cada semana que transcurre les pavimenta el Gobierno un nuevo tramo del camino para que las Farc lleguen al poder en el posconflicto. Insisto, lo más grave entre los puntos ya negociados ha sido la creación para las Farc de sus zonas de reserva campesina, de las cuales se excluyó la participación de los partidos tradicionales en las elecciones. Estas ‘republiquetas independientes’ contarán con medios de comunicación cofinanciados por el Estado.

Se prohibieron luego las fumigaciones y los bombardeos en todo el país y se pactó con las Farc que lideren ellos la erradicación de los cultivos de coca de común acuerdo con los campesinos. Y ahora resulta que, gracias a la Justicia Transicional, se descubre que sus penas alternativas simbólicas las podrán cumplir los cabecillas de las guerrillas en estas zonas de reserva, sin entregar las armas, financiados por el narcotráfico y adoctrinando a sus esclavos. En síntesis, pasarán de Cuba al Congreso y de ahí a la Presidencia.

Concluye Semana: “Para el futuro de Colombia no solo se necesita de la paz en La Habana. También se necesita que las fuerzas políticas se reconcilien que reivindiquen el debate y la diferencia pero que sean capaces de dialogar y llegar a acuerdos”. Sueños de Semana. Para incontables colombianos cada vez resulta más difícil dialogar y llegar a acuerdos por culpa de los errores cometidos tanto en lo ya negociado como por las contradicciones y las polarizaciones recientes.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar