La paz del «no»

Durante todos estos años no he visto ningún gesto de las Farc que demuestre su voluntad de paz. Sin embargo, la declaración de que si el “no” gana el plebiscito, ellos seguirían en la mesa de negociación me pareció una buena noticia.

Parecería apuntar a que las Farc estarían entendiendo que una cosa es el Gobierno y sus políticos aliados, y otra muy distinta, el país nacional. Si las Farc realmente quieren la paz, éste es un gesto correcto. Impulsaría a que los sectores que hemos sido críticos frente a las concesiones tengamos un espacio en la negociación.

Estaba esperando más del fallo de la Corte Constitucional sobre el plebiscito. Tenía esa institución la facultad de modular en un asunto crucial: las garantías para que los colombianos pudiéramos tener la última palabra sobre los acuerdos. Esta votación no puede ser, como lo pretende el Gobierno y lo admitió la Corte, una votación sobre la paz o la guerra. Esa falsa dicotomía ha servido para camuflar el debate y evadir los asuntos de fondo. La pregunta que se deben hacer los colombianos es sobre las fórmulas -las recetas- para acercarnos a la paz. El Gobierno rehúye el debate y dice que esta es la única opción. No es la única opción, no debe serlo. El Gobierno amenaza con que si no pasa el plebiscito habrá guerra urbana, entre otras terribles consecuencias.

Si gana el “no”, debería significar que el país acoge la fórmula para la paz propuesta por el uribismo. Esto es los cinco esenciales. 

A) Los criminales de lesa humanidad deben pagar cárcel, no así los guerrilleros rasos. Ni el narcotráfico ni el secuestro ni la extorsión puede considerarse delitos conexos al delito político, por lo tanto no pueden ser amnistiados.
B) Está bien que las Farc hagan política, pero jamás que los criminales de lesa humanidad sean sus representantes ¿O es qué no tienen otros? 
C) El dinero proveniente del narcotráfico, de la minería ilegal, el secuestro y la extorsión deben devolverse para reparar a las víctimas. Dejarle el dinero a las Farc es permitir que los dineros ilegales se laven y se utilicen en la política, vamos rumbo a que los dineros de la mafia vuelvan a financiar campañas políticas. Lo que es más grave, ese dinero vuelve ridícula la entrega de las armas, pues pueden comprarlas el día que las requiera. 
D) Las Fuerzas Armadas de Colombia no pueden ser puestas al mismo nivel de los criminales. No se puede aceptar la tesis de que estábamos en una guerra civil, donde había dos bandos. ¿A quién fuera de ellos mismos representó las Farc? No es lo mismo haber estado en los pueblos de Colombia tratando de defenderlos de los ataques, que agazapado en el monte tratando de volarlos. 
E) No podemos aceptar que se sustituya el sistema de justicia colombiano por un tribunal -con algunos jueces internacionales- cuyo mecanismo de selección de jueces será acordado por el Gobierno y las Farc. Aquello no da garantías sino a sus conformadores -las Farc y el santismo-, para todos los demás el anuncio es claro: ejecutarán la venganza a través de ese tribunal. El Gobierno y las Farc deben decirle al país si permiten otras opciones o se mantienen en las amenazas.

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