‘La paz está de un cacho’

Con el tema del proceso de 'paz' no he podido dejar de sentirme, como el impío, el desenfrenado, el abyecto que contraría la nueva 'fe'.

Les aseguro que mis intenciones eran muy diferentes; deseaba comenzar desde ya con el paréntesis que hago para el final del año con otro tipo de columnas: libros que leí este año y quiero compartirles, historias no muy conocidas o que muy pocos conocen, y –aunque nadie me lo crea– es todo lo que siempre he preferido escribir; incluso había comenzado una respuesta, en los mejores términos, para Margarita Rosa de Francisco sobre su última columna, ‘Carta al perfecto HP’; mas, se repitió el historial que la mostrenca guerrilla de las Farc no se cansan de interpretar en cada proceso con sus actos terroristas.

Muy pernicioso también el lenguaje que comenzaron a utilizar los pacifistas de nómina del Gobierno, es decir, en los comunicados de prensa se refirieron a los soldados y al general Alzate como “retenidos”; ahora bien, en este sutil lenguaje publicitario que viene evangelizando incautos a favor de las Farc, del proceso, y que permite a sus anacrónicos comandantes dar cínicas declaraciones mientras el ‘honorable’ tribuno Iván Cepeda los defiende –con su ‘estratégico’ silencio– como si ellos fueran tibias de santos. ¡¿Quién me explica la diferencia entre ‘retenidos’ y SECUESTRADOS?! ¡¿Cuál es la forma correcta?! ¡Las cosas por su nombre, señores!

Con el tema del proceso de ‘paz’ no he podido dejar de sentirme, entre algunos colegas que lo apoyan y lo defienden, como el impío, el desenfrenado, el abyecto que contraría la nueva ‘fe’ dentro de la prometedora evangelización de la ‘paz’; casi como un poseído por Belcebú que ataca con la más perniciosa de todas las blasfemias porque jamás he estado de acuerdo con el proceso desde que comenzó. ¡Santos no tenía un discurso personal de ‘proceso de paz’ ni de nada; él sabía muy bien con qué padrenuestros se hizo elegir la primera vez! Además de eso también tengo mis propias razones: el reclutamiento de menores que las Farc siempre han negado, el aborto a cuchillazos entre sus propias filas, su desmedida prepotencia, lo atrevido de su ignorancia en todos los temas sociales, la falsa santurronería de sus declaraciones internacionales (me hacen reír con el cambio de tono y discurso que adoptan para los medios franceses), la hipocresía de sus comandantes, y la falta de razón que siempre ha estado presente en los procesos anteriores porque nunca les ha interesado la paz, y quien no lo admita –por más ‘pacifista’ que se jure ser– es literalmente un mitómano. Y no salgan a rasgarse las vestiduras, porque el historial de las Farc nunca será una nueva y buena costura para cubrirse. También es tiempo perdido como estrategia para llevarse un Nobel de la Paz para quien tanto lo sueñe… Aunque nunca se sabe, si se lo dieron a Rigoberta Menchú, Arafat, entre otros, y jamás se lo dieron a Gandhi, entonces cualquiera puede terminar por enfundarse el galardón de la paz con el patrocinio de estos payasos. Pero todo esto, de diferentes formas y en muchas columnas, ya lo he escrito y no cambiará nuestra realidad si omitimos los adjetivos correctos, si condenamos y encerramos a los militares mientras les dirigimos los micrófonos a los limacos de las Farc en Cuba para atiborrarnos de titulares con sus aberrantes declaraciones, mientras el Presidente –como jamás se había visto– le pide explicaciones al Ministro de Defensa desde su cuenta Twitter.

Pues bien, esta es mi última hipótesis para este año sobre el proceso de ‘paz’ si el país no despierta del letargo y el bombardeo publicitario: verdaderamente, ‘la paz (sí) está de un cacho’; terminarán por firmar un documento con bombos y platillos a los cuatro vientos, pero cuando pasen los aplausos, los besos y los brazos alzados, nos daremos cuenta de que lo realmente acordado no es más que la jubilación con desmedida impunidad para unos cuantos fantoches comandantes que se cansaron de caminar en la manigua, comer frío y tomar ‘whisky’ sin hielo, porque ya ni mando tienen sobre muchos narcocabecillas de algunos frentes; así lo demostró la revista ‘Semana’ con el historial de Édinson Tapias, quien además se ufana de no obedecerles a sus comandantes y hacer lo que él quiera. ¿Cuántos de estos cabecillas ya actúan como ruedas sueltas, mientras Timochenko y compañía nos quieren hacer creer que ellos aún son los jefes y por eso el afán de firmar lo que sea?

P. S.: A Andrés Pastrana muchos le criticaron su pasividad, pero cuando tuvo que asumir el fin del Caguán, lo hizo. ¿Cuál es entonces el interés de Santos en el actual proceso si las Farc no demuestran ni la mínima actitud?

‘Dulcis in fundo’: para el mes de diciembre y comienzos de enero, quiero invitar a todos los lectores del periódico para que me acompañen con otro tipo de columnas que he preparado para el final del año.

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