La paz y el post

Entre la paz verdadera y la virtual. Entre la ilusión que pretenden convertir en verdad, y la ausencia de una señal que demuestre a los colombianos la intención sincera de las Farc de terminar con su violencia irracional e inútil.

Así esta Colombia hoy. Una es la paz verdadera: la posibilidad de lograr un acuerdo nacional para terminar con la violencia que nos agobia, no de hace cincuenta años si no de los doscientos que tiene nuestra república. Esa es la que todos anhelamos y la que sigue a la espera del líder que la haga posible. Es la que se logra cuando las instituciones democráticas alcanzan la respetabilidad y la credibilidad suficientes como para llevar a los ciudadanos hacia la convivencia pacífica.

La virtual es la que se nos ha querido construir con retórica. Fue la paz de Belisario, de las palomas pintadas y de las proclamas románticas que fueron contestadas con la sangre de los magistrados en el Palacio de Justicia. Es la de ahora, la de quienes quieren convencernos que los diálogos de La Habana van bien, mientras las Farc los desmienten cada que se sienten atrapados en sus contradicciones. La de quienes dicen que hay acuerdo en tres puntos mientras su contraparte afirma que eso no es cierto y que el acuerdo demorará años.

Por eso, la iniciativa dialéctica ya no está en Cuba, donde los delegados de las Farc salían a diario a declarar sobre lo divino y lo humano. Ahora ya no muestran a la camarada Tania, ni a la mujer de ‘Tirofijo’. Ahora sale uno que otro a contestar con piedras en la mano lo que hace el Gobierno.

La iniciativa está en Bogotá, en el presidente Juan Manuel Santos, quien se inventó una nueva figura dentro del Ejército, el “Comando de Transición”. Sacó uno de los mejores Generales de la línea de mando y lo puso a la cabeza de esa figura que ahora dice que no existe. Y está empeñado en recorrer a Colombia, cargando en la solapa una paloma como las de Belisario para convencer al país de que la paz, ‘el postconflicto’ que llaman, es una realidad.

Entonces las Farc contestan que eso tampoco es cierto. Que falta mucho, que no hay postconflicto y que si de eso se trata van a sacar de la selva a ‘Joaquín Ramírez’, tenebroso comandante del Bloque Sur, para ponerlo de coteja del General Flórez. Y sueltan otra perla: destrozar en su página oficial a Clara Rojas porque dizque no es víctima y al general Mendieta dizque por cómodo y cobarde. Como para seguir enviándoles víctimas a La Habana para que las vuelvan a violentar.

Y se produce la reacción indignada del país, incluido el jefe de la delegación oficial, rechazando la manera en que se pisotea a las víctimas de las Farc. De pronto, el presidente Santos se muestra sorprendido porque según una encuesta, el 60% del país no conoce el proceso de paz. Si es la de Datexco, lo que dice es que el 66% de los encuestados es escéptico sobre las intenciones de las Farc de llegar a un acuerdo, y apenas el 42% piensa que sí se firmará. Así, lo de la paz con la guerrilla parece más ficción que verdad. Y el post conflicto, nadie sabe con qué se come.

Entretanto, estamos a la espera de que la mayoría que lograron la Unidad Nacional, la mermelada y el cuento de la paz, pongan a funcionar la Justicia, el Congreso e incluso el Gobierno. Esos son los elementos que requerimos para construir la paz verdadera que todos necesitamos.

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