LA PREGUNTA INMORAL DE SANTOS EN SU PROPAGANDA

Los principios en que se funda esta clase de propaganda son en extremo simples. Hállese algún deseo corriente, algún difundido temor o ansiedad inconsciente (la pérdida de un ser querido); imagínese algún modo de relacionar este deseo o miedo con el producto que se quiere vender; constrúyase un puente de símbolos verbales o pictóricos por el que el cliente pueda pasar del hecho a un sueño compensatorio y del sueño a la ilusión de que nuestro producto, una vez adquirido, convertirá el sueño en realidad.

Aldous Huxley

El escenario es la propaganda santista, el uso de un derecho a la expresión política. El contenido es inmoral, por ser mentiroso, manipulador. El actor es el presidente de un estado democrático, supuestamente amparado su proceder por la constitución.

¿Por qué es mentiroso el presidente? “Señora, ¿prestaría usted su hijo para la guerra?” La respuesta es no, imponiéndose el amor materno sobre cualquier consideración patriótica. Es mentiroso porque los jóvenes que entran al servicio militar lo hacen por obligatoriedad constitucional y la pregunta del presidente implica la opción, inexistente, de escoger.

¿Por qué es manipulador el presidente? En “Confesiones del soldado Santos,” reportaje concedido a Yamid Amat, el hijo del presidente, Esteban, dice que perteneció las Fuerzas Especiales, Escuela de Lanceros, que fue paracaidista. “¿Usted alguna vez combatió? Pregunta Yamid: “No. Hay tres tipos de soldados: los profesionales, que están en la carrera militar; los soldados bachilleres, que prestan un año de servicio y los soldados regulares. Los bachilleres nunca vamos a zonas donde el orden público está alterado. Allá van soldados profesionales, con más entrenamiento y más tiempo en el Ejército; están más preparados para el combate.” Es decir, Santos mandó a su hijo a la ‘guerra’ sin ningún riesgo para el muchacho; lo exhibió en un desfile militar que indignó al estamento; su hijo hace de caja de resonancia demagógica cuando dice: “Tristemente, los jóvenes de estratos altos hacen lo posible por evitar prestar el servicio.” Entonces, la descalificación que el presidente quiere sembrar, manipulando a las madres, sobre quienes no desean la guerra, pero se oponen a sus mentiras políticas, recae sobre el presidente mismo, porque él envió a su hijo Esteban a la ‘guerra’ en circunstancias que dejan dudas. En Radio Red leemos la siguiente denuncia:

“Soldado denuncia a Esteban Santos, hijo del Presidente Santos

Un soldado bachiller, quien por motivos de seguridad no dio su nombre, realizó denuncias en “La hora de la verdad” sobre el servicio militar que prestó Esteban Santos, hijo del Presidente Juan Manuel Santos.

El joven, quien está empezando la vida en el ejército y estuvo en Tolemaica junto al hijo del Presidente, aseguró que solo prestó durante tres meses el servicio junto a los demás soldados.

“No entendimos cómo un soldado bachiller pudo hacer el curso de Fuerzas Especiales y el curso de paracaidismo”, aseguró Soldado bachiller.

Luego de los tres meses, pocos volvieron a saber de él y por eso les sorprendió verlo marchar con el BACOA porque eso es “grandes ligas”.

“A nosotros nos sorprendió mucho que él marchara con el BACOA. Me parecen injustas esas condecoraciones porque él nunca estuvo en la Escuela”, añadió el soldado.”

En vista de lo anterior deberíamos incluir al Presidente Santos entre los victimarios de los que se queja cuando dice que la guerra la pelearán los hijos de madres campesinas, pues dice descaradamente: “que otras mamás pongan los muertos, qué fácil es así pelear la guerra con los hijos de otros.” Diríamos más bien: qué fácil es enviar al hijo al ejército cuando, como bachiller e hijo del presidente, no estará arriesgando su vida, y sí pretendiendo ser héroe en el desfile del 20 de julio con el BACOA, sin haberse ganado esa representación, según testimonia un compañero de Esteban.

El presidente deshonra al ejército de Colombia y a la patria que lo vio nacer, pues luchan en la guerra desde el humilde soldado hasta el general más encumbrado. Mueren en la guerra y por la patria, sin quererlo algunos, las víctimas inocentes de todos los estratos sociales y militares; pero el presidente presenta la defensa constitucional, honorable y sacrificada de la patria, en contra de los terroristas internos apoyados por los camaradas externos, como una actividad vergonzante, de bobos, en contra de lo que su mismo hijo dice: “Es un honor poder portar el uniforme; hace crecer el amor por la Nación.” (Si Santos sólo se ama a sí mismo, pues no puede entender el sacrificio por los otros.) Y en contra de lo que él mismo hizo al pavonearse, cuando le conviene, con el uniforme de la naval. A pesar de lo anterior Santos manipula a los padres acorralándolos con su autoridad presidencial para que renieguen de un deber constitucional.

Santos traiciona su propia vida pues al prestar el servicio militar honraba el antiguo poema lírico de Horacio que decía: "Dulce y honorable es morir por la patria.” Pero, según él mismo dice, “Sólo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias.” Cuando elegimos presidente, pensábamos que teníamos un timonel, pero elegimos una veleta; pareciera entonces que hoy es mucho más ‘honorable’ manipular, mentir, ocultar por la patria; o ‘brindar’ con los contertulios de La Habana. Quizá desde la comodidad abullonada de los negocios sea una tontería morir por la patria, hasta que con un bombazo en El Nogal cumple su promesa Jojoy de llevar la guerra al estrato seis para que los oligarcas prueben la sopa inventada por las Farc, que hoy la venden instantánea para mezclarla con el agua impotable de los intereses políticos y ‘empresariales’ o los mediáticos de turno.

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