La represión en Venezuela

En las calles de Venezuela se está jugando por estos días no sólo el derecho de los venezolanos de poder vivir en un país libre y de trazar su propio destino, sino el presente y futuro de la prensa, el principal blanco de las acciones despóticas de un gobierno que ve en todas partes una conspiración que causa todos los problemas en ese país. De nada tiene culpa este “maravilloso” gobierno.

En el país vecino se ha lanzado una guerra a muerte contra aquella prensa que no sigue al pie de la letra los lineamientos oficialistas, cuya consigna parece ser ahora intentar convencer a todo un país de que las cosas marchan muy bien y de que la tenebrosa inseguridad, la escasez de bienes básicos y el derrumbe de su aparato productivo y de su economía en general no es más que una calumnia de los enemigos de la revolución que utilizan para ello a la prensa independiente, de manera que los medios que no se doblegan y digan lo que está pasando son el enemigo al que hay que combatir y exterminar.

Desde el Palacio de Miraflores hay hace muchos años la consigna de acabar con la prensa democrática, tal como lo planteaba Ernesto “Che” Guevara en los primeros años de la revolución cubana y como se materializó rápidamente a través del cierre de los diarios y las revistas que eran críticas y se constituyeron en diques de contención a los abusos dictatoriales del gobierno de Fidel Castro, con lo cual el guerrillero, que fue símbolo equivocado por el desconocimiento de la libertad entre la juventud, logró silenciar aquellos medios abiertos a las opiniones constructivas que advertían las épocas de desolación que le esperaban a la isla.

No es original el gobierno del presidente Maduro en su cruzada contra la prensa libre, como tampoco lo fue el de su antecesor e inspirador Hugo Chávez, pues no ha hecho otra cosa que repetir al pie de la letra el camino infame seguido por Cuba.

Sin embargo, mucho cambió en el mundo entre la sociedad maniatada de los años 60 del siglo pasado, y la inconforme y activa sociedad contemporánea que tiene a la mano la herramienta poderosa de Internet y las redes sociales para denunciar ante el mundo las atrocidades de un régimen extremista y para impedir que la prensa sea acallada.

El mundo se ha transformado a tal punto, que ya no son aplicables los postulados y las estrategias que emplea el gobierno de Maduro, las mismas que emplearon Fidel y Guevara hace 50 años, y las mismas que puso en práctica el inefable Joseph Goebbels en la Alemania nazi.

Por contraste, el régimen ha gastado inmensas cantidades de los petrodólares que tanto requiere para otras necesidades básicas, en reforzar y modernizar los periódicos oficialistas, además de entregarles toda la pauta publicitaria del gobierno, para que difundan y perpetúen la mentira institucional de que todo está bien y Venezuela camina hacia la prosperidad.

La sacada del aire del canal colombiano NTN 24 y las acusaciones contra la AFP son un capítulo más hacia la censura total, que América Latina no debe permitir.

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