La revolución que vino a saquearnos

El chavismo terminó siendo peor que la enfermedad que prometieron curar. La pavorosa corrupción que han originado no tiene parangón.

Aparecieron en la vida nacional como la esperanza redentora. Su pasado violento amainó cuando se disfrazaron de ilusión; un pueblo agotado con las viejas formulas cayó en la trampa. Apologías fastidiosas en la boca del gran manipulador. El desastre aguardaba silencioso, mientras la renta petrolera disfrazada una terrible crisis que multiplicó el hambre pero no los panes. El resultado de sus dieciséis años de gobierno es demoledor: El régimen terminó saqueando al país, transformó la enorme oportunidad de convertirnos en una nación con gran crecimiento económico, para adentrarnos en el fracaso total. Su desastrosa gestión no ha llevado directamente al abismo de la incertidumbre. La nación con mayores perspectivas de proyección en el hemisferio occidental, reducida a padecer una verdadera catástrofe de dimensiones incalculables.

Si nos adentramos en la Venezuela profunda encontraremos cómo se muere la patria. Una gran cantidad de fábricas cerradas o quebradas, son un coadyuvante en sostenernos como la nación con el mayor grado de desempleo en el continente. Este factor también es un desencadenante en el empeoramiento de la calidad de vida de la población. Un pueblo sin trabajo y con la restricción brutal de tener acceso a la cesta básica de alimentos, cae perfectamente en la deserción escolar y en el recrudecimiento de la delincuencia. Hoy tenemos mayor cantidad de asesinatos que décadas de batallas en el oriente medio. Son ochenta y seis mil venezolanos liquidados en casi cuatro años. Las cifras son espeluznantes. Somos la nación con la peor red hospitalaria de América. Poseemos menos camas porcentuales en los centros de salud que Honduras y Guatemala.

Ni hablar de la producción nacional. Solo un veinte por ciento de lo que consumimos es logrado por un factor interno. Nuestra economía es simplemente los que viene en los barcos del mundo. Una economía de puertos que se ha incrementado con el paso de los años.

Venezuela tiene una dependencia casi absoluta del mercado internacional. Ese mercado juega con los aranceles y los intereses elevados, ya que saben de las dificultades que tenemos. Nuestra debilidad por conseguir rublos, que no producimos, concluye atentando con nuestra soberanía alimentaria.

Estamos atrapados en la mesa de los mafiosos. Vulgares malandrines disfrazados de amigos del pueblo. La lucha dentro del gobierno, es simplemente la repartición de nuestros recursos. Han saqueado a Venezuela con la firme intención de partirse el botín. El chavismo terminó siendo peor que la enfermedad que prometieron curar. La pavorosa corrupción que han originado no tiene parangón, cada día se revelan nuevos casos de enriquecimiento ilícito. Todo parece estar podrido. Órganos de poder corrompidos. La justicia oficial es tan obscena que cualquiera podría preferir ser atracado, que ser juzgados por administradores de la ley tan inmorales.

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