La ronda 15

Vuelve y juega. Esta semana se inicia otra sesión de conversaciones en La Habana, que muchos califican como decisiva para el futuro de ese proceso.

Las tesis predominantes señalan que, en esta ocasión, se sabrá si las Farc aceptan el referendo como mecanismo de refrendación de los eventuales acuerdos y se deciden a agilizar el ritmo de los diálogos.

Lamento desilusionarlos. No va a suceder ni lo uno ni lo otro.

El grupo terrorista seguirá insistiendo en la Constituyente, así como repetirán que no se van a dejar enredar en la telaraña del cálculo de los tiempos de la reelección.

Creer en algo distinto sería una ingenuidad.

Las Farc no han cambiado en nada, siguen en las mismas, combinan distintas formas de lucha y aprovechan en su beneficio cualquier espacio que se les dé.

Quien crea que van a abandonar lo que plantearon desde un principio, incluyendo su posición sobre la duración de la mesa, está pensando con el deseo o desconoce por completo lo que ha sido el comportamiento histórico de ese grupo.

Y, además de que no han tenido ni tienen verdadera voluntad de paz, la impopularidad del Gobierno Santos, el proceso electoral, el rechazo mayoritario de la opinión a que se les hagan concesiones jurídicas y políticas, y la amenaza de la justicia internacional, impiden creer que la ronda 15 acabe bien.

Muy por el contrario, los hechos llevan a pensar que cada día se está más cerca del fin de esos diálogos.

¿Alguien puede creer que es posible que las Farc suscriban un acuerdo de paz, sólido, duradero y estable con un Presidente débil, muy débil, ad portas de unas elecciones que le serán desfavorables? ¿Es razonable pensar que lo harán teniendo en cuenta que en pocos meses Santos no podrá garantizarles nada? Que nadie se haga ilusiones.

Los terroristas han jugado con los errores del Gobierno, lo cual los lleva a seguir en Cuba a fin de sacar todo el provecho que puedan, porque creen que lo que obtengan será el plante para otras conversaciones en el futuro.

Duele que sea así, toda vez que el escenario en el que se encuentra el país pudo haberse evitado. Bastaba con continuar exigiendo pruebas verificables de la voluntad de reconciliación como condición previa a la iniciación de los diálogos.

Los colombianos votaron para que el jefe del Estado obrara de esa manera.

Desafortunadamente, cambió el rumbo y metió al país, con los ojos abiertos, en una tormenta que está dejando muchos damnificados.

A estas alturas se puede hacer la teoría que se quiera, pero ninguna tendrá la capacidad para cambiar los hechos. Y estos muestran que las Farc están lejos de querer la paz, y el Gobierno más distante aún de poder hacerla.

¿Qué va a suceder, entonces, en Cuba, a partir de esta semana ? Nada, solo que empieza la ronda 15.

Carlos Holmes Trujillo G.

Exministro – Exembajador

carlosholmestrujillog@gmail.com

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