La ropa sucia…

Los dichos populares son muy sabios y son muy ciertos. Dicen que la ropa sucia se lava en casa. Ni de eso sabe Juanpa (como le gusta que le digamos) lo mostró en Londres. Es cierto que Juan Carlos Vélez se equivocó al dar unas declaraciones mencionando empresas que ayudaron para la campaña del no, pero también es cierto que esas mismas empresas seguramente dieron para la campaña del sí y otras muchas lo hicieron como lo hacen para todas las elecciones. Que invitó a la gente para votar con rabia, o verraca como se dice vulgarmente, es cierto que no debió hacer esa invitación innecesaria porque la gente se dio cuenta hacia donde nos llevaba ese acuerdo, por fortuna derrotado, y votaron con rabia contra este Gobierno entreguista. Eso no lo debía haber dicho el gerente de la campaña.

Hubo una reacción grande contra esas palabras como también las hubo con las dichas por el primer mandatario, aún más graves, cuando dijo en Barranquilla que, como en el amor se dice “tú me das, yo te doy”, en el plebiscito tú me das votos y yo te doy obras. De suma gravedad, también, que a los alcaldes y gobernadores los hubieran presionado con ofertas por el estilo. El dinero para las obras lo daban dependiendo de los votos. Eso se decía en voz baja, claro, así es el presidente: lo dijo en Barranquilla y lo aplicaría en todas partes.

En Londres, donde debía mostrar un país grande, importante, pujante, mostró un país de tramposos. Bueno, él sabe por qué lo dice, él sabe de eso, él es jugador de póker donde la mentira prevalece. Hubiera sido mejor mostrar el país que todos anhelamos, no lo puede hacer porque ese país que conduce ha caído en lo más profundo del abismo. Lo único que pudo mostrar es lo que él mismo ha enseñado y practicado, el país del engaño, el país de la entrega, el país de la vergüenza, el país de la mentira.

Y si vamos atrás, en los debates electorales sí que nos puede dar ejemplo de manejos en las elecciones. Pero mejor no recordar esa segunda vuelta con retrasos para dar los resultados de la Costa. Mejor olvidar que perdió en la primera vuelta y ganó a punta de mermelada y de falsas promesas como ha sido su costumbre. En la primera campaña le decía a Antanas Mockus: firmo en piedra o si quiere firmo en mármol que no haré una reforma tributaria. En lo que vivimos en estos momentos ¿se le puede creer? Definitivamente no tiene vergüenza y menos tiene autoridad para acusar a otros.

Razón tiene el presidente Álvaro Uribe al sorprenderse de los términos de un premio Nobel. “No creo que un premio Nobel haya dicho eso”, les dijo a los periodistas que lo entrevistaron por las palabras de Juanpa (como le gusta que le digamos) en Londres.

A mí me dio rabia la entrega que se hacía a la subversión con el acuerdo vergonzosamente firmado en Cartagena frente a gobernantes extranjeros. Voté con esa rabia por convicción y no porque me lo pidieran.

¿Para dónde va Colombia?.

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