La venta de la vaca lechera

La experiencia milenaria indica que es una mala decisión correr a vender la vaca lechera para con “la platica” realizar algún trabajo concreto, por importante que sea.

Y no otra cosa sería la venta de Isagen, en buena hora suspendida por el Consejo de Estado. Recuerdo que en mi paso por el Senado hace más de una década, logramos atajar esa desafortunada decisión que desde entonces tentaba al Ejecutivo. Con las mismos razones conque entonces nos opusimos son hoy válidas, empezando con el manido argumento de que lo público rima con corrupción, ineficiencia y despilfarro, que no tiene asidero alguno en el caso de Isagen, una empresa pública que es un modelo administrativo, hasta el punto de ser tenida por muchos, me incluyo, como la joya de la corona. Quienes impulsan su venta creen que lo público y concretamente el patrimonio colectivo, ciudadano si se quiere, es en el límite una aberración o al menos una anormalidad que debe transformarse en un bien privado, con dueño y doliente. A otros, les importa por encima de todo atender las urgencias del momento; según ellos, Colombia no puede darse el lujo de acumular bienes y riquezas públicos, dedicándose a construir castillos en el aire, “a lo rico”, y descuidar el reclamo inmediato, sobre todo si atenderlo puede, además, significar en tres años votos, y bastantes. Somos demasiados pobres y necesitados como para ponernos en la quimera de construir un futuro.

Estamos en mora de reivindicar y defender lo público, y específicamente el patrimonio público – universidades y centros educativos, entidades del sistema de salud, empresas de servicios públicos, entidades de investigación, de protección del medio ambiente – no como un capricho o pretexto para mantener focos de amiguismo y corrupción, sino porque cumplen unas tareas fundamentales para la sociedad y la economía, que deben adelantarse con el sentido y el espíritu de un servicio de interés general, que no es incompatible con su administración eficiente y empresarial. Su valor e importancia pública nace no de la naturaleza de su administración, sino de su razón de ser.

En medio de la crisis del Estado, del modelo de desarrollo vigente, cada vez es más claro que el Estado y lo público fueron los grandes excluidos de la vida de la sociedad en el último cuarto de siglo, con los preocupantes resultados que hoy se padecen y que reclaman su regreso, pero no para repetir la historia de fracasos, incompetencia y corrupción que llevaron a su cuestionamiento y descrédito.

Regresando a la suspendida venta de Isagen y al símil campesino, cargado de sabiduría popular, se trataría ni más ni menos que de vender la vaca lechera, que en concreto se traduciría en tener hoy holgura y mañana escasez o al menos limitaciones para actuar, para plantear alternativas que permitan enfrentar las urgencias del presente y preservar la seguridad y el apoyo necesarios para avanzar, no a tientas o dando tumbos al ritmo de ellas, sino con un paso firme, continuado y propio. Para lograrlo, la Nación como familia juiciosa, necesita el apoyo, el respaldo de un sólido patrimonio, como el que le brinda Isagen entre otros, a la familia de los colombianos sin excepción.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar