La verdad de las mentiras de Maduro

Una pesadilla constante e interminable, cuyos horrores y rigores crecen día a día, es la vida cotidiana de los venezolanos de hoy.

Venezuela es el país de las filas. El desabastecimiento de alimentos, artículos de aseo, medicinas y toda clase de bienes y servicios, obliga a la gente a malgastar la mayor parte de su tiempo en largas esperas ante almacenes, oficinas y supermercados, no para comprar lo que necesitan, sino lo que se consiga. Los productos de la canasta básica (carne, pollo, azúcar, leche, arroz o café) tienen precios regulados pero solo los venden en cantidades limitadas, dos días por semana, previo registro de la cédula y la huella dactilar. Pero además el gobierno está atrasado en el pago de miles de millones de dólares por importaciones lo cual tiene paralizada buena parte de la industria y el comercio. Es crónica la escasez de medicinas, pañales, shampoo, detergentes, desodorantes etc.

Más del 70% de los venezolanos gana el salario mínimo que a la tasa oficial más alta del dólar (199 bolívares) es el equivalente a 36 dólares mientras la canasta básica familiar mensual es de 185 dólares. Esto significa simplemente que se encuentran en el límite de la supervivencia.

Debido a la mala gestión en las empresas públicas y a falta de mantenimiento de equipos los venezolanos padecen constantes cortes de los servicios de agua y electricidad. En Caracas hay cortes de agua cada 24 horas y ciudades como Barquisimeto, Maracaibo o Valencia sufren constantes cortes de electricidad.

Venezuela está tomada por el crimen organizado. El gobierno no publica cifras oficiales sobre la violencia desde hace más de diez años pero según el Observatorio Venezolano de Violencia, el Observatorio de Delito Organizado y el Laboratorio de Ciencias Sociales (LACSO) el territorio está asolado por todo tipo de pandillas, mafias y bandas que llegan a tener más de 600 integrantes. Se dedican –casi con total impunidad– al secuestro, extorsión, narcotráfico, mercado negro cambiario, robo y reciclado de celulares, contrabando de gasolina, contrabando y reventa de productos alimenticios y medicinales regulados, sicariato. Entre las principales están los “pranes” -jefes encarcelados que manejan el crimen desde las prisiones- y los colectivos afines al chavismo, armados por el gobierno, que controlan la mayoría de los barrios de las principales ciudades del país. El Observatorio calcula que en Venezuela hay entre 2,1 y 4,6 millones de armas pequeñas y ligeras en poder de la población. El resultado en cifras es escalofriante: Venezuela pasó de una tasa de 20 homicidios por cada 100 mil habitantes en 1998 a 82 en 2014, año en que se registraron 25.000 casos. Se registraron 4.400 secuestros entre 2010 y 2014. 1’320.000 teléfonos celulares y 39.000 automotores robados en 2014.

El país está en bancarrota. La caída de los precios internacionales del petróleo y un conjunto de políticas desacertadas que irracional y obstinadamente mantiene el gobierno chavista, como el subsidio a la gasolina o el caos cambiario (hay 4 tipos de cambio oficial) llevaron la economía hacia el abismo. Por orden de Maduro el Banco Central de Venezuela no publica cifras oficiales de crecimiento ni de inflación desde el cierre de 2014 pero la mayoría de firmas consultoras y bancos que estudian la economía venezolana coinciden en que la actual es la peor situación económica en la historia del país. Con base en el comportamiento de los billetes y monedas en circulación y del impuesto al valor agregado calculan que Venezuela cerrará 2015 con una inflación superior al 185% y un decrecimiento de más de 4%. El Fondo Monetario Internacional calcula el descenso del Producto Interno Bruto en 7%, mientras que la CEPAL lo sitúa en 5,5%. JP Morgan estima que la inflación podría llegar a 200% y la caída del PIB al 8,9 %.

A Petróleos de Venezuela le cuesta 2,7 bolívares producir un litro de gasolina y lo vende al consumidor a 0,07 bolívares. Ese insólito desbalance le cuesta al país 12 mil millones de dólares al año y es la base del contrabando de combustible hacia Colombia porque el galón que allá vale 200 pesos acá se vende entre 6.000 y 8.000, una rentabilidad del 10.000% anual que no produce ningún otro negocio legal ni ilegal. Se estiman en $US 1.400 millones anuales las pérdidas por la gasolina subsidiada que sale a través de 192 trochas ilegales hacia Colombia.

Desde hace más de 10 años la DEA reporta que Venezuela es la gran plataforma de exportación de cocaína a Europa y otros países, con involucramiento del gobierno. Un informe del Wall Street Journal de mayo de 2015 reveló que Estados Unidos está investigando a Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional, y a otros cinco altos funcionarios por narcotráfico y lavado de dinero. Son el gobernador del Estado de Aragua y exministro del Interior, Tareck el Aissami, el exdirector de la inteligencia militar, Hugo Carvajal –acusado de ser el enlace con las Farc en temas de narcotráfico– , el jefe de la Guardia Nacional, Néstor Reverol; el ministro de Industria David Cabello, y el general de la Guardia Nacional Bolivariana Luis Motta Domínguez. La investigación se inició con base en las acusaciones de Leamsy Salazar, un militar exjefe de seguridad de Hugo Chávez y escolta de Cabello que desertó y ahora colabora con las autoridades antidrogas de Estados Unidos.

Este panorama subraya el carácter cantinflesco de la frase reciente del Presidente Nicolás Maduro: “La frontera se pudrió. Somos víctimas del modelo capitalista paramilitar de la derecha colombiana”. Como también son cantinflescas la crisis prefabricada del cierre de la frontera con nuestro país y la creciente agresión de Maduro a Guyana, otro país fronterizo, con amenazas de intervención armada por la disputa del territorio de Esequibo, rico en petróleo y minerales. Para la oposición son cortinas de humo para ocultar el derrumbe, paso previo a la suspensión de las elecciones legislativas del 6 de diciembre, en las que la derrota del oficialismo parece inexorable. Puede ser, o simplemente se trata de nuevas provocaciones y disparates de un régimen en ruinas en el que abundan las inconsistencias e inmoralidades. Un régimen que oculta sus incompetencias expulsando a golpes de su territorio a colombianos pobres e indefensos mientras traslada internacionalmente al jefe de las FARC en un avión de Pdvsa.

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