Las bases conservadoras le dijeron no a la mermelada santista

La política tiene sorpresas fascinantes para quienes somos apasionados de ella. Ayer, 26 de enero, tuvimos los colombianos una gratísima sorpresa. Lo que se consideraba  un puro trámite para certificar la adhesión del Partido Conservador a la reelección del Presidente traidor al mandato popular, Juan Manuel Santos, resultó ser una reivindicación de la democracia en su más profundo sentido.

No recuerdo haber leído o escuchado a ningún analista que dudase de que la Convención del Partido Conservador no terminase en un apoyo a la reelección de Juan Manuel Santos, y es que la lógica y la experiencia reforzaban ampliamente esa premisa. El Partido Conservador es conocido que se rige bajo las normas de un partido parlamentario, esto es, son los Senadores y Representantes , quienes ejercen la dirección efectiva de la organización. Y una mayoría casi absoluta de ellos apoyaban la reelección de Santos, basada únicamente en el argumento de la mermelada, cientos de millones de Pesos gastó el Presidente de la República para asegurarse ese apoyo. Puesto que no cabe en alguien con dos dedos de frente que un Partido Conservador  tenga como doctrina apoyar la entrega del país al comunismo, está claro que los parlamentarios conservadores no tenían sino una razón crematística para apoyar a Santos.

Unos pocos dirigentes encabezados por Martha Lucía Ramírez se empeñaron en luchar contra la corriente y señalar que el partido de Caro y Ospina, de Laureano y Álvaro Gómez, de Mariano Ospina y Misael Pastrana no podía caer en la ignominia de ser cómplice de un Kerenski criollo, que tiene como objetivo  con la reelección de “ terminar la tarea” de entregarle Colombia al Foro de Sao Paulo con su proyecto político de Socialismo del Siglo XXI, que no es más que un eufemismo para el comunismo de la III Internacional.

Y sí, se logró lo que se puede decir que es un milagro: Las bases conservadoras le dijeron no a la mermelada santista, y  1190 de los 1634 delegados a la Convención votaron contra  el “ cogollo” de  parlamentarios lambones del carrusel de la reelección y designaron a la Doctora Martha Lucía Ramírez como su candidata presidencial.

Esta elección significa un verdadero triunfo de la democracia en Colombia, pues la elección de Matha Lucía, más allá de sus meritos personales, profesionales y políticos que son indudables, representa la expresión del sentir popular no sólo conservador, sino nacional; bien lo demuestra las encuestas cuando señalan que dos terceras partes del país se oponen a la reelección de Santos.

La  capacidad, belleza y simpatía de Martha Lucía le introduce un nuevo ingrediente a la campaña y es que como bien lo dice un medio que es santista como SEMANA, ella es un dolor de cabeza para Santos. Lo es porque reaviva las huestes antisantistas que hasta ahora han demostrado indiferencia ante las próximas elecciones presidenciales; el mayoritario voto en blanco, no es en sí un voto que así se expresará , sino una muestra de apatía que Martha Lucía bien podría vencer.

A la candidata conservadora le toca dos tareas urgentes. 1) llegar a un acuerdo con el uribismo, pues está demostrado que las bases del Centro Democrático y del Partido Conservador tienen una afinidad ideológica y programática, y por lo tanto unidas en una plataforma común serían imbatibles, se me ocurre que deberían aceptar que una encuesta defina el candidato único para las elecciones en mayo (dejarlo para la segunda vuelta sería suicida). 2) Reactivar el proceso de recolección de firmas de apoyo por su candidatura, pues el Presidente Santos ha copiado la actuación de su nuevos mejores amigos Chávez y Maduro, y convirtió el CNE en un “Ministerio de Asuntos Electorales” que legisla según el interés gubernamental, por lo tanto los parlamentarios conservadores lambones impugnarán su candidatura  y el CNE lo hará por órdenes de Santos.

Director-Editor pensamientocolombia.org

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