LAS COINCIDENCIAS DE SANTOS Y MARCHA PATRIOTICA

El 7 de agosto, durante el acto conmemorativo de la Batalla de Boyacá, Juan Manuel Santos agitó, dentro de sus posibilidades como historiador, que  “la paz con las Farc” significaba el noble propósito de obtener “la segunda independencia”. Uno de los crímenes cometidos contra la educación colombiana es sin duda alguna haber suprimido la cátedra de Historia. Pero bueno, Santos fungiendo como experto en la materia se propuso la tarea de educar en aquellos menesteres a  las nuevas generaciones y ha planteado, sin siquiera ruborizarse que en La Habana los colombianos obtendremos finalmente un  resultado solo comparable a la gesta obtenida por el ejercito patriota dirigido por Bolívar y Santander.

Pero Santos no pasó de agitar la consigna escogida por las Farc en el 2012, cuando autorizados por el Presidente marcharon por Bogotá, en la movilización campesina que sirvió para fundar la   organización política Marcha Patriótica. La consigna no es de Santos sino de los mamertos, quienes aquel día agitaron como propósito central de su aparición en la vida política del país, bajo  las banderías de su nuevo instrumento político,  el objetivo de conquistar “la segunda independencia”. Además de la identidad de objetivos, el Presidente ha decidido recoger de la demagogia terrorista su  iluso programa. Santos no tiene reato en salir, como primer mandatario, a recoger la vocinglería fariana  y de paso burlarse de la profundidad que encierra para la patria la independencia de España e iniciar el recorrido hasta convertirse en republica independiente. La juventud colombiana debería aprovechar tan importante coyuntura para ahondar en el conocimiento de la Batalla de Boyacá  y de paso desentrañar la verdadera catadura de Santos y su compromiso de aliarse a nombre de la oligarquía santafereña con el ejercito de bandidos del terrorismo y obtener la membresía que tanto anhela: el Nobel de  la Paz.

Los sectores económicos e intelectuales que apoyan a Santos, varios de ellos, tienen que ver con la historia de la nación. Los intelectuales  y  profesionales del oficio periodístico y los catedráticos de Historia,  en un gesto de verdadera defensa de  la ética deberían salir en procura de un salvavidas para profundizar sobre el contenido histórico  de la Independencia, ya que   tanto se desvelan por dar lecciones de moral y de profesar la defensa de la verdad y las buenas costumbres.  Aquí tienen ante si un tema de mayor envergadura que seguir sirviendo de comités de  aplauso del  farolero presidente. Germán Arciniegas  que le tocó vivir el despropósito de haber sido destituido por César Gaviria, en el Comité encargado de conmemorar los 500 años del Descubrimiento  de América;  afrenta que el país  aceptó en silencio y su reemplazo por la “historiadora” doña Ana Milena, desearía levantarse para poner orden en la descabellada actitud presidencial.

Esta discusión no se realizará porque la “mermelada” no lo permite. Y como la Historia no tiene ninguna importancia en el país donde los “jefes” de los partidos no saben leer y votan reformas sin mirar su contenido, por lo menos es importante el hecho de que Santos no sólo marche por las calles de Bogotá con la extrema-izquierda, sino que en aras de una “paz” abarrotada de impunidad, ahora se proponga unir propósitos independentistas con Timochenko y cía., asunto que debe causar risa en los círculos del Depto. de Estado de los Estados Unidos

Las conversaciones de La Habana discurren dentro de este contexto. El Presidente que debería refutar las falacias de las Farc, asume sus discursos y emblemas como propios y en procura de su obsesión es normal que no le importe la historia, ya que el presente para él es su reelección y el futuro del país está ligado indisolublemente a un  sueño del “ realismo mágico” de ser ungido como el prócer de la 2ª. Independencia, conjuntamente con los comandantes de las Farc.

Secretario General Nueva Democracia Moirista

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