Las víctimas de las FARC tienen su propia voz y esta no debe ser usurpada por actores políticos.

¿Quién le puede decir, por ejemplo, al general José Herlindo Mendieta que no representa a los más de 200 integrantes de la fuerza pública que están desaparecidos? ¿Los 11 años, 7 meses y 13 días que permaneció secuestrado y encadenado, no le dan la plena legitimidad de representar a los suyos en La Habana? ¿Quién se atreve a decir que Sigifredo López no pagó con casi 7 años de secuestro, su derecho a alzar la voz?

La clave para el éxito o fracaso de la nueva etapa, en la agenda de conversaciones entre el Gobierno y las Farc, está en la representatividad.

Las víctimas de las Farc no están organizadas como las víctimas de agentes del Estado. Al ponerlas todas en la misma bolsa como lo dice la “Declaración de Principios” dada a conocer,  y anunciar que a La Habana viajará una representación de “todas” las víctimas, es decir, víctimas de todos los actores armados que han desangrado a Colombia, se corre el mayor de los riesgos: mimetizar, esconder, invisibilizar, justificar lo injustificable, y revictimizar a las víctimas de las Farc, al distorsionarles  su propia voz y que se usurpe su personería ante la opinión pública.

Conscientes de este riesgo, un grupo representativo de víctimas de las Farc, que anhela la paz y que exige representarse a sí mismo en la Mesa, encabezado por el general Mendieta, el exdiputado Sigifredo López, John Frank Pinchao, madres de civiles secuestrados, mujeres de La Hormiga, Putumayo, entre otros, han solicitado un encuentro urgente con el comisionado de paz, Sergio Jaramillo, y han suscrito su propia Declaración de Principios, que parte del reconocimiento a todas las víctimas del conflicto armado, y cuyos apartes fundamentales reproducimos a continuación:

1. Las víctimas de las Farc no nos sentimos representadas en la mesa, deseamos nuestra propia vocería y representatividad. No aceptamos la vocería de los actores políticos porque distorsionan e invisibilizan nuestro mensaje.

2. Reconocemos a las víctimas de otros actores armados, pero ellos no están autorizados para tomar nuestra vocería. No queremos que se distorsione nuestro testimonio como sucedió el año anterior durante la audiencia en el Congreso de la República y con el aval de Naciones Unidas. El libro que recoge esta experiencia, no es fiel a la verdad sobre nuestras declaraciones.

3. No hay paz sin verdad. Les exigimos, les rogamos a las Farc la verdad sobre el paradero de miles de colombianos secuestrados y desaparecidos para poder elaborar nuestros duelos personales y que Colombia realice su duelo colectivo.

4. Pedimos que las Farc, como muestra de buena fe, depongan su arrogancia y les pidan perdón no sólo a los soldados y policías, sino a los civiles secuestrados, extorsionados, víctimas de minas antipersona y a todos los colombianos.

Tenemos voluntad de paz. Queremos que haya verdad, justicia y reparación para todas las víctimas del conflicto que ha padecido Colombia, pero no queremos ser instrumentalizados por intereses políticos.

Pedimos una reunión urgente del alto comisionado de paz, Sergio Jaramillo, con víctimas de las Farc para que él profundice en los alcances de la Declaración de principios del Gobierno y las Farc, sobre todo en lo referente a los derechos a la verdad, justicia y a la reparación.

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