Lavarse las manos, como Pilatos

Alberto Lleras, que fue secretario general de la OEA, solía decir que las organizaciones internacionales son lo que sus Estados miembros quieren que sean. La insulsa OEA de la época de Insulza lo fue así porque los Estados lo eligieron como secretario general y luego doblaron la rodilla ante Chávez.

El pasado martes 21, a solicitud de Venezuela, se reunió el Consejo Permanente de la OEA para oír al expresidente Rodríguez Zapatero de España, un francotirador designado por la Unasur para torpedear la subsiguiente reunión, convocada para discutir la aplicación de la Carta Democrática a Venezuela. El pasado jueves 23 el Consejo resolvió oír la presentación por el Secretario Almagro de su informe sobre Venezuela (132 páginas en cada una de las cuales se detallan las infracciones de ese país a los derechos humanos y el quebrantamiento de los principios de la democracia representativa que, gústenos o no, son los que rigen en este continente). Al inicio de la sesión la canciller venezolana Delcy Rodríguez y los representantes de Nicaragua, Bolivia y Antigua & Barbuda, entre las carcajadas de los demás representantes y la cara de asombro del presidente del Consejo, hicieron el oso presentando mociones contradictorias sobre si se presentaba a “aprobación” o a “rechazo” el orden del día, hasta el punto de que alguien llamó el incidente el “desorden del día”. La votación para tomar esa decisión fue de 20 votos frente a 12 con 2 abstenciones. Dentro de los 12 están los socialistas del siglo XXI, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y El Salvador, lo que nos deja solamente siete miembros de Petrocaribe al lado de Venezuela.

Los veinte Estados que quisieron que se oyera a Almagro hubieran podido, hecha la presentación, decidir sobre la aplicación de la Carta Democrática. El Informe es contundente y es de público conocimiento que el dictadorzuelo Maduro hace con la Constitución y la ayuda del Tribunal Supremo, lo que le da la gana. Pero, acabada la presentación, los Estados miembros no tomaron una decisión sobre el particular y se lavaron las manos como Pilatos, avalando el régimen venezolano.

La aplicación de la Carta Democrática no significaba necesariamente la suspensión de Venezuela como Estado miembro, sino entrar en un proceso de presión para la restitución de la democracia en el país. Si bien hay que abonar que, después de 17 años años, es la primera vez que la OEA discute sobre la situación venezolana, esa oportunidad se perdió y se dejó al pueblo a su suerte, entre el desabastecimiento y la violencia.

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Coda: El nuevo canal de Panamá costó 5.450 millones de dólares, 200 más que el presupuesto inicial y se construyó en 9 años. El Túnel de Línea se inició en el 2004 y se terminará en el 2016/17 en su primera parte, con un sobrecosto del 58%. La ampliación de Reficar se presupuestó en menos de 4.000 millones de dólares y costó más de 8.000 y su operación tiene pérdidas astronómicas. ¿Qué opina?

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