Lea con cuidado y precaución

“En Colombia, las organizaciones terroristas, y algunos idiotas útiles que le sirven de caja de resonancia, utilizan el debate de opinión para deslegitimar las instituciones colombianas, el gobierno y, por supuesto, su mayor enemigo, que son las Fuerzas Armadas del país, señalándolas -¡ah, paradoja, quienes son los que muestran su dedo acusador!- de violar sistemáticamente los derechos humanos”.

“Después de la aplicación de la Política de Seguridad Democrática, que recobró la presencia de las autoridades en todo el territorio, el número de casos de “pescas milagrosas” prácticamente  bajó a cero. Los fines de semana, los puentes festivos y en las temporadas de vacaciones las carreteras se ven abarrotadas de vehículo con familias que han recuperado el derecho elemental de trasladarse sin miedo dentro de su propio territorio. Porque la Política de Seguridad Democrática es una política para garantizar los derechos de los colombianos.”

“Los años horribles” de las Farc, el largo annus horribilis del que he dado cuenta en estas páginas, comenzó en las postrimerías del año 2006 y es de esperarse que no termine sino hasta el momento en que esta organización entre en razón – por su debilitamiento militar y por la presión de la comunidad nacional e internacional- y acceda a iniciar un proceso sincero, sin cartas marcadas, para abandonar de forma definitiva las armas, el secuestro, los actos terroristas y  la violencia contra sus compatriotas y contra la infraestructura nacional.”

“El Presidente Uribe, cuyo liderazgo fue un factor fundamental para este avance, acostumbra a decir, refiriéndose a los grupos terroristas, que “la culebra sigue viva”, y eso no podemos olvidarlo. La bestia del terrorismo en Colombia está herida de muerte, pero no hay nada más peligroso que una bestia herida y agonizante. Sus dentelladas pueden causar todavía muchas muertes y mucho dolor. Por eso es imperioso que, pese a los grandes éxitos alcanzados por nuestra fuerza pública, no se sucumba a la tentación del triunfalismo, y se siga avanzando por el sendero probado de la seguridad democrática”.

“El Estado colombiano, el pueblo colombiano, no hemos ganado todavía la guerra frontal contra el narco terrorismo de las Farc. Es indispensable mantener el esfuerzo, es imperioso no bajar la guardia, pero nadie puede negar que lo realizado en los últimos años, en eso “años horribles” para las Farc, ha sido el avance más importante en más de cuatro décadas de lucha.- Lo logrado es el resultado de la conjugación de muchos factores: el liderazgo del Presidente Uribe, la decisión de impulsar la inteligencia y el trabajo conjunto y coordinado entre las fuerzas militares y la Policía.”

El texto anterior, entre comillas, fue escrito o suscrito por Juan Manuel Santos, en un libro reciente de 2009, Jaque al Terror, páginas 305 a 341, cuando se encontraba de candidato a la Presidencia. Quiso ganarse la respetabilidad del electorado y a fuer que lo logró. Leídas sus palabras a cuatro años de distancia y comparándolas con los hechos, encontramos la incoherencia y el corte de una política de seguridad que ha sido reemplazada por unas conversaciones que hasta hoy  están acompañadas de iguales hostilidades y agresiones de las Farc. No vemos por parte alguna la desmovilización, el desarme y la actitud de enmienda de una guerrilla que se cree vencedora, debido a la política de Santos. En cambio es evidente que la claudicación del Jefe del Estado en materia de paz y de futuro democrático lo ha convertido en el candidato de las Farc, aunque sea también, el candidato de la pandilla de “los Ñoños”.

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