Les importan un pimiento

Al contrario de lo que pregonó Santos y coreó su orfeón de amigos de la paz durante la campaña electoral, las Farc no reconocen que sus salvajadas causaran sufrimiento alguno.

Han contado tantas mentiras que es imposible taparlas. Como vendieron al país la falsedad de que las Farc reconocían a sus víctimas, se desconcertaron cuando ‘Timochenko’ dijo esta semana la única verdad: les importan un pimiento. “No nos arrepentimos ni siquiera por un instante de lo hecho y jamás vamos a hacerlo”, declaró rotundo el capo di capi.

El Gobierno, que asumió la responsabilidad de encubrir las barrabasadas de la guerrilla, balbuceó explicaciones inverosímiles. Que si una cosa es lo que afirma el gran jefe y otra sus lacayos de La Habana, como si fuésemos idiotas y nos creyéramos que existen diferencias entre ‘Iván Márquez’ y ‘Timochenko’.

Me da curiosidad conocer las razones que inventará el Gobierno para minimizar la indignación que causará la última tomadura de pelo fariana, revelada por Carlos Medina, uno de los delegados que tiene la Universidad Nacional para amañar los Foros de Víctimas, con el visto bueno de la ONU, las Farc y el Gobierno.

La guerrilla no considerará víctimas a los secuestrados por la Ley 002 si las familias pagaron rescate y los liberaron. Solo si cancelaron y nunca regresaron los admitirán. Supongo que entonces los calificarán de error administrativo por no aplicar con pulcritud la ley que promulgó el ‘Mono Jojoy’ durante el proceso de paz del Caguán y que suponía pagarles un impuesto para evitar el secuestro. Tampoco, informó Medina, son víctimas los políticos, militares y policías que sufrieron su barbarie.

Ahora entenderán por qué en la Mesa Nacional de Víctimas, que hace parte del circo habanero, no hay un solo representante de los secuestrados.

Por lo tanto, al contrario de lo que pregonó Santos y coreó su orfeón de amigos de la paz durante la campaña electoral, las Farc no reconocen que sus salvajadas causaran sufrimiento alguno. Lo que aceptan discutir en el siguiente ciclo es quién es víctima y quién no, aunque ya conocemos que, según ellos, han padecido más que nadie. “El Gobierno Nacional y la Fuerza Pública deben reconocer la comisión de crímenes contra las Farc”, reza un comunicado oficial de la guerrilla, que leyó Medina.

Entenderán ahora la frase que Santos pronunció después del atentado que dejó sin energía a Buenaventura: “La guerra es entre combatientes”.

No tenía que vender tan barata la dignidad del país. Por mucho que sueñe con pasar a la Historia conquistando un Nobel de Paz, hay límites que no debería traspasar, como el de equiparar al actual comandante de las Fuerzas Militares con ‘Timochenko’. Con esa concesión –notificó al mundo que tan legítima es la actuación de un militar como el terrorismo– les otorgó a las Farc el estatus de fuerza beligerante que tanto han perseguido.

Es como si les diera carta blanca para atentar contra los uniformados, conceder menos importancia a sus tragedias, considerar que si muere la hija de un patrullero por estar al lado de un CAI es un simple daño colateral, no un crimen atroz.

Y es estar de acuerdo con las Farc en la ignominia de considerar que los policías y militares secuestrados son prisioneros de guerra. No son sapos lo que Santos quiere que nos traguemos, son dinosaurios.

NOTA. Sería extraordinario que Policía, Fiscalía, Procuraduría, Defensoría del Pueblo y otros asistieran al Congreso sobre Maltrato Infantil, que organiza desde mañana la Fundación Afecto en la Tadeo Lozano. Los niños necesitan que sean expertos para protegerlos mejor.

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