Los ‘años bobos’

 

Reciente comunicado de la Secretaría de Estado previene a los ciudadanos americanos sobre el peligro de viajar a Colombia. ¡Eso no se le hace a un país amigo! O, ¿acaso para los Estados Unidos ya no lo somos?

Seguramente un duendecillo maligno esté horadando el cráneo de los expertos de esa Secretaría para inocularles la repugnante idea de que "el amigo de mis enemigos es mi enemigo". En ese caso estaríamos cosechando lo sembrado: ese acercamiento ingenuo, no condicionado, que decidimos tener con el régimen dictatorial de Venezuela.

Álvaro Uribe predicó en dos campañas y aplicó en ocho años la política de Seguridad Democrática, doctrina largamente meditada y que representó un quiebre con la política de "solución negociada", equivalente en la práctica a una orden de rendición del Estado y de la sociedad.

La Seguridad Democrática conllevó dos acciones de política internacional: estrecha alianza con Estados Unidos; y confrontación política, una detente, con el actual régimen de Venezuela. Además del buen manejo de los temas diplomáticos y comerciales con USA, Uribe acordó estrecha colaboración militar, dado que los americanos captaron la existencia de una conexión íntima, esencial, entre narcotráfico, terrorismo y la política exterior venezolana. Al enfrentar al narcotráfico, Colombia les quitaba la principal fuente de recursos a los terroristas, aliados estratégicos y pilares fundamentales de la expansión continental chavista.

El acuerdo de cooperación americana con bases aéreas colombianas fue un pulso de titanes. Chávez puso el grito en el cielo, puesto que, efectivamente, esa cooperación desbalanceaba (a nuestro favor) la correlación de fuerzas. Uribe se paró firme y ordenó avanzar en los acuerdos, desbrozando un camino que Chávez y las Farc minaron con trampas leguleyas y cantatas 'antiimperialistas'.

El debate electoral del 2010 dio espaldarazo a la doctrina de la Seguridad Democrática. Quien pidió ser ungido como vocero de esa doctrina recibió un mandato clarísimo de 'continuismo' en el mejor sentido de la palabra. Extrañas maniobras políticas condujeron a que, hoy, la política de Seguridad Democrática esté abandonada. Ya no hay 'peligro' de que tengamos bases militares con cooperación logística americana; y el régimen de Chávez tiene patente de corso para hacer y deshacer en la frontera a través de sus agentes, las Farc. De la feroz e incansable lucha interna contra el terrorismo, regresamos al discurso apaciguador de los 'años bobos'. Por eso dice Lucho Garzón que "de estar en el poder, los verdes tendrían la misma agenda que el Presidente". Es decir, nos gobiernan las ideas y los hombres a los que el pueblo derrotó.

Ciertos políticos creen que usar la palabra 'enemigo' es de mal gusto. Tal vez les falte hacer un curso avanzado en Harvard sobre solución de conflictos, para entender que los enemigos existen, y que lo mejor es confrontarlos: en el debate democrático, a los demócratas; con el ejercicio firme de la autoridad, a los violentos.

¡Es curioso! Los enemigos de Uribe perdieron las elecciones, pero están gobernando. Inútil será hacer juicio de responsabilidades al respecto, porque, si los generales uribistas no adivinaron el designio del enemigo, el problema es de este lado.

Ojalá el regreso a los 'años bobos' no alcance a convertirse en temporada larga y que no produzca daños irreversibles. En el interior, el protagonismo del 'pensamiento correcto' es inane, porque la opinión -como les comió cuento anteriormente- ya tiene elementos de juicio para comparar los resultados de ambas políticas. Preocupante, más bien, es el daño que hace y hará Chávez, a quien la Cancillería le dejó toda la cancha para que juegue solo.

José Obdulio Gaviria

Eltiempo.com

Julio 27 de 2011


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