Los cubanos sueñan

Tras los anuncios de Barack Obama y Raúl Castro, la expectativa se centra en los habitantes de la isla, unos esperanzados en una apertura definitiva y otros aún fieles a 56 años de Estado socialista.

Desde que el pasado 17 de diciembre el gobierno de Cuba y el de Estados Unidos anunciaron el inicio de medidas para normalizar relaciones diplomáticas, y a propósito de que este 1 de enero se cumplieron 56 años de la llegada de las tropas de Fidel Castro y Ernesto Guevara, a Santiago y La Habana, los reportajes escritos dan cuenta de un país aislado del mundo, todavía reprimido en sus posibilidades de comunicación global y sujeto a la dictadura de un partido, el Comunista.

El intercambio de espías presos, entre Barack Obama y Raúl Castro, abrió paso a una serie de anuncios que tendrán que pasar los filtros legislativos en E.U. y sortear las resistencias de la línea dura del régimen en la isla.

Abrir los aeropuertos y el flujo de viajeros, restablecer el correo entre los dos países, activar las operaciones bancarias, posibilitar el intercambio de herramientas de construcción y de tecnología, son pasos que deberán sortear la cerrazón de los funcionarios y políticos más ortodoxos y resistentes a la restauración de la diplomacia, incluidas las embajadas requeridas para ello.

Pero quizá hoy el gran peso de las expectativas gravita en torno a los ciudadanos de a pie en las calles cubanas y de sus numerosos familiares en los Estados Unidos.

A su manera, los cubanos manifiestan su deseo de insertarse en la globalidad y que ello oxigene tanto sus derechos civiles como su precario y asfixiante modelo económico. Para esto hay dos procesos fundamentales que surtir: dotar de equipos, pero sobre todo que internet sea un patrimonio de libre acceso, y que en Estados Unidos se destraben las leyes que mantienen vigente el bloqueo económico.

La gente no es tonta. Sabe y manifiesta todo el tiempo su rechazo a las severas limitaciones al derecho a la libre expresión. Según Reporteros Sin Fronteras, Cuba ocupa el último puesto en respeto a la libertad de prensa en América. Y el régimen castrista impide crear blogs y difundir información sobre las penalidades cotidianas de los cubanos para sobrevivir en una economía estatizada, que apenas se abre al mercado inmobiliario y los pequeños negocios familiares (hostales y restaurantes).

Si bien los cubanos más leales al modelo sostienen que el bloqueo de E.U. quebró al país y acabó con las familias cubanas, miles de ellas divididas entre el exilio y la permanencia en la isla, los más críticos señalan que ahora no habrá excusas para que los Castro sostengan que “todos los males provienen del imperio. Hace años -dicen- que eso no es cierto”.

Sus otros interrogantes se dirigen a ver si el gobierno será capaz de flexibilizar el modelo, con todo y lo que ello signifique en términos de una “nueva identidad política y económica” o si como desde hace 20 días lo presagió Raúl Castro apenas estamos ante una normalización que hace que dos enemigos históricos ahora se vean como “amigos”.

Las más recientes declaraciones del presidente cubano, recogidas por The New York Times no resultan muy halagüeñas: “Todo país tiene el derecho inalienable de escoger sus propios sistemas políticos (…) Nadie puede afirmar que mejorar las relaciones con E.U. significa que Cuba renuncie a sus ideas”.

Por eso a los cubanos en las calles los asalta la emoción, pero al tiempo la dureza de los mensajes de su líder los devuelve al escepticismo de cuántos de estos anuncios tan auspiciosos se cumplirán. Y la realidad es que todo, todo apenas está por hacerse.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar