Los devaneos de Santos

La política Colombiana se ha degradado a niveles terribles. El presidente Santos se había dedicado desde su posesión a desmontar de manera minuciosa y metódica el legado del presidente Uribe sin importarle que hubiera sido elegido para preservarlo. Su estrategia frente a los legítimos reparos de Uribe, de la cual hizo un mantra, había sido la de no pelear con él, no porque fuera un caballero gallardo de la política, sino porque pensó que la voz de Uribe se iría apagando ante el éxito rotundo de sus políticas de gobierno. 

 

Ocurrió lo contrario, a pesar de haber emprendido una descomunal campaña mediática en su contra, la voz de Uribe cada vez cobro más relevancia ante el estruendoso fracaso. Nuestro fingido gallardo de la política no aguanto más su impostura y saco a relucir su verdadera esencia: “rufián de esquina” o “carga un puñal debajo del poncho”, fueron los epítetos lanzados a quien le debía la dignidad desde la cual lanzaba sus improperios. Siempre ha sido así, la razón siempre ha ofendido a los bárbaros. Un discurso sin duda que la historia sepultará en su basurero como todo lo que no vale la pena ser recordado. 

 

Los congresistas de la U corrieron a rodear a su jefe, no importaba que el presidente Uribe hubiera señalado, en una pieza memorable de oratoria, unos peligros para la nación de continuar avanzando por la senda actual de políticas públicas; el que tiene la plata es Santos y eso es todo lo que importa a estos barones de la política. 

 

Parece que el Liberalismo sintió celos y por eso invitaron a Santos a una cena privada en casa del senador Camilo Sánchez. Un ambiente mucho más propicio para los galanteos de reconquista y, por su puesto, sin las molestias que causa contestar a un discurso de hondo calado político como el del presidente Uribe. Allí se encontraba, como no, el ex presidente Gaviria, el primero en Colombia que ensayó con éxito la destrucción de un legado político; tan pronto llegó a la Presidencia lleno de halagos a todos los politiqueros que Galán había combatido en vida.

 

Esta reunión despertó la ira de Roy Barreras quien acusó a Santos de adúltero y lo conminó a observar fidelidad. Pero no es posible, en esa casa ya hay un harem a disposición del codiciado marido, quien se rige por la ley árabe, aquella que estipula que se pueden tener tantas esposas como dinero haya para mantenerlas bien. Hasta el partido Verde se unió a la fiesta, con la humildad propia de la concubina pobre, abandonó sus postulados de campaña para apoyar el gobierno donde bien vale la impunidad de un infanticida para subir unos puntos de popularidad.

 

No puede ser la promiscuidad política e ideológica lo que ofenda a Barreras; él ha sido un Don Juan de la política que ha seducido a su antojo: de cambio radical a la U Uribista y de allí a la Santista, exhibiendo cada vez el fanatismo de los conversos. No, lo que parece ofender a Roy es el carácter orgiástico del comportamiento de Santos, porque él es con todas a la vez. Convendría que consultara con Dania Londoño a ver si esas tarifas de grupo no son más altas que las individuales, no vaya a ser que a Santos le esté saliendo la fiesta más barata de lo que debiera y estén dejando dinero sobre la mesa. Roy debe saber que la hazaña de Santos es el pináculo de una carrera de imposturas igual a la que él está recorriendo. Santos también sedujo a su antojo: primero con Gaviria, luego un flirteo con las FARC para tumbar a Samper, después con Pastrana y por ultimo su más preciada conquista: Álvaro Uribe. Su mejor actuación sin duda. ¿Cuánto sufrimiento debió soportar al fingir por tanto tiempo ser el abanderado de la política de seguridad democrática que ahora sabemos cuánto aborrecía? Pero valió la pena, nuestro Don Juan desbocado se hizo con todo el poder y volvió con sus viejas amantes, solo que ahora sería con todas a la vez: Gaviria, FARC y Pastrana; pero hay para todos y ahora hasta Samper y el partido Verde participan.  

 

Mientras las cúpulas se disputan al galán de marras en la orgía delirante del poder, la gente se queda con quien por no estar en ella le dicen rufián de esquina. La sensatez y la razón se impondrán sobre el delirio y la barbarie.

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