Los hombres de paja

"El mal ejemplo de la Cámara en Barranquilla demuestra que el ejercicio electoral es asunto que requiere constante vigilancia de la ciudadanía. "

En Barranquilla estalló un escándalo. El director ejecutivo de la Cámara de Comercio inscribió como comerciantes a 800 personas que, al parecer, no lo son. Asombra que maniobra tan burda tenga aún vigencia en un país moderno y en una metrópoli con bien ganada fama de ser, hoy, la más progresista de Colombia.

El mal ejemplo de la Cámara en Barranquilla demuestra que el ejercicio electoral es asunto que requiere constante vigilancia de la ciudadanía, para impedir que revivan prácticas que estaban desterradas. Ese posible fraude electoral de Barranquilla (neutralizado por el Superintendente de Industria) lo llamaban los ingleses "hombres de paja" -muñecos "espantapájaros"-, porque allá, en el siglo XVIII, solía inscribirse en el censo a súbditos muertos, o inventados.

Maurice Duverger, en su tratado Los partidos políticos, cuenta que los ministros ingleses aseguraban mayorías comprando votos de los diputados; y que en la propia Cámara tenían una taquilla para reclamar el pago. En 1714 se creó un cargo llamado 'Secretario del patrocinio', encargado de vender los puestos o cambiarlos por votos y "distribuir el maná gubernamental" a los diputados de la mayoría. Como él debía rendir cuentas al primer ministro, vigilaba de cerca los votos y los discursos de los diputados. Era una especie de prefecto de disciplina u 'hombre del látigo'.

En la norteamericana, una democracia hija de Inglaterra, el presidente Jackson (1829-1837), populista, pragmático y sin escrúpulos, abandonó el idealismo de los Padres Fundadores -que concebían el voto popular como mecanismo infalible para tomar las mejores decisiones- y dio un salto atrás: creó artificialmente sus propias mayorías; no por la vía del discurso sino de las prebendas y dádivas. Los gringos, de ingenio agudo, denominaron 'barril de los puercos' la práctica jacksoniana de entrar a saco en el presupuesto para darles "estímulos" o "auxilios" a los congresistas y "ley de despojos" a la de repartirles cargos como botín electoral.

Todas las democracias electorales han pasado por estadios primitivos.

Colombia vivió episodios históricos terribles de partidocracia con las hegemonías liberal y conservadora, cuando se conculcaron arbitrariamente los derechos de la oposición. Eso generó una situación aguda de sectarismo y violencia política. Una cirugía constitucional extrema, el Frente Nacional, curó muchos males; pero los antídotos contra la "ley de los despojos" -o clientelismo- y contra el 'barril de los puercos' -o auxilios parlamentarios-, al contrario de curarnos, hicieron la enfermedad más resistente. Cuando Uribe fue elegido Presidente, el achaque tenía a Colombia casi en estado terminal.

Uribe demostró ser enemigo jurado de negociar auxilios y puestos por votos parlamentarios. Lo demostró como congresista, como gobernador de Antioquia y como Presidente. Indignado, demandó el presupuesto del 2001, cuando el ministro de Hacienda, Juan Manuel Santos, revivió los auxilios parlamentarios. Recuerdo largas sesiones en la Casa de Nariño en las que Uribe y su ministro, Fernando Londoño, estadista de igual talante, fueron transformando, voto a voto, una mayoría parlamentaria hostil, enseñada a los halagos del Ejecutivo, con la única oferta de disfrutar la satisfacción de contribuir a salvar a la patria.

Muy amargo e injusto, por tanto, el enjuiciamiento de Alberto Velásquez y Diego Palacio. ¡Que dizque compraron el voto de Yidis para la reelección! ¡¡Qué montaje infame!! ¡¡Yidis contrató un abogado para que la metiera a la cárcel!! ¿Habrase visto? Hoy, ese abogado está condenado por hacer otro montaje parecido: intentó pagarle, igual, a otro delincuente para que mintiera ante la justicia.

¡Vergüenza!…

Artículo de José Obdulio Gaviria
Publicado en El Tiempo, 08/05/2012

 

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