Los invisibles

Santos viaja a Estados Unidos a sellar el Plan Colombia II o Plan Paz con el primer presidente afroamericano de Estados Unidos y no lleva un afrocolombiano en su comitiva, viniendo de un país en donde una quinta parte de su población es negra. Y eso que la comitiva incluyó dos aviones, sin hacer el menor gesto de austeridad, con 200 personas.

Quizás es porque no tiene mucho que mostrar en el tema. Luis Gilberto Murillo tiene a su cargo la Gerencia del Plan Pacífico, pero hasta ahora ha tenido más que nada dificultades para empezar su gestión.

En el discurso que pronunció la semana pasada Obama dijo: “Recuerdo cuando estábamos en la Plaza de San Pedro en Cartagena hablando de la paz, algunos afrocolombianos se acercaron a la mesa para hacer parte de ese diálogo”, en ese recuento había un llamado de atención implícito. Obama nombraba la ausencia o la hacía visible.

El 58% de las poblaciones del litoral pacífico padece de inseguridad alimentaria y perciben 20% menos salario por los mismos trabajos que hacen los mestizos. Además, el desempleo es cinco puntos porcentuales mayor entre los afro que entre la población mestiza, sin decir que uno de cada dos afrocolombianos no está afiliado a la salud, representan casi la mitad de los desplazados internos y sufren de una impunidad mayor al 90%. El Estado, para la inmensa mayoría, es una abstracción que han usurpado los grupos ilegales en sus comunidades desde que tienen memoria.

Por eso no es de sorprenderse que personas como Fanny Rosmira Salas, representante de los intereses de 124 consejos comunitarios, con quien hablé la semana pasada en Quibdó, diga: “¿La paz es para quién? ¿Para quienes se ferian el dinero del posconflicto en las oficinas del Gobierno? ¿Para los inversionistas extranjeros que van a entrar a apropiarse de nuestros territorios? La paz no es para nosotros”.

Y aquí cabe señalar el aporte sistemático que ha hecho Estados Unidos a las poblaciones afrocolombianas. Entre las becas Martin Luther King y las Fullbright más de 300 jóvenes han tenido la oportunidad de estudiar en las mejores universidades de Estados Unidos en los últimos años; muchos beneficiarios se están quedando allá, donde quizá se sienten mejor acogidos, pero otros están retornando para abrirse camino en posiciones de poder.

El programa de cooperación ACIP con US$60 millones beneficia a afros e indígenas. Así, el gobierno de Estados Unidos da prioridad en todos los programas de intercambio y cooperación a una población históricamente abandonada en nuestro país. Son los gringos los que han pagado la operación de la comisión para el avance de la población afrocolombiana, han financiado los equipos técnicos de programas como Todos somos Pacífico, fomentaron el nombramiento de la ministra Paula Moreno, quien fue la primera mujer negra en ocupar una cartera en el período 2007-2010, entre muchas otras iniciativas.

La ausencia física de un líder que representara a los afrocolombianos en la reciente visita del  Gobierno a Estados Unidos solo ratifica la invisibilidad y abandono en que permanecen estas poblaciones, aun ante un posible escenario de paz.

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