Los niños de la guerrilla

Los niños de la guerrilla de las Farc, es uno de los capítulos más tenebrosos de violación a los más elementales derechos humanos, cometidos por orden de los jefes de los diferentes frentes.

Las ONG, nacionales e internacionales que velan por el bienestar de nuestros niños, tienen un trabajo que realizar en los actuales momentos, en que el jefe negociador en la Habana- Cuba, Iván Márquez, anuncia la desvinculación de sus filas de los menores de 18 años.

Los cientos de niños que han sido: masacrados, fusilados, ahorcados, o murieron de hambre y de miseria, amarrados a la intemperie al sol y al agua, padeciendo el cruel castigo de sus verdugos, simplemente por el hecho de haber cometido una lave falta, elevada según los asesinos de las Farc, al delito de traición o de ser infiltrados, deberán responder ante la Fiscalía General de la Nación y los organismos internacionales por crímenes de lesa humanidad.

De acuerdo a como van las cosas, el gobierno de Santos, también los indultará por estos macabros hechos, y todos los crímenes se quedarán sin castigo, simplemente con la soledad y el llanto de sus padres y demás familiares, que desde hace años imploran, se les señale el sitio en el cual fueron sepultados, con el fin de rescatarlos para darles cristiana sepultura.

Los testimonios que poseemos sobre hechos crueles y criminales contra los niños de la guerrilla de las Farc, causan indignación y el solo escucharlos escozor, son un estado de alerta para las organizaciones de derechos humanos, para decirles que estos crímenes, no pueden ser una alegre componenda más en la mesa de negociación con las Farc, puesto que estamos hablando de niños y niñas muchos de ellos menores de diez años, reclutados a la fuerza simple y llanamente para ponerlos como carne de cañón, de una guerra de la cual ellos y sus padres, son totalmente ajenos.

Considero que las diferentes organizaciones de derechos humanos, tanto nacionales como internacionales, deben asumir con mucha responsabilidad esta investigación y no permitir, que sea una simple salida, licenciando a unos cuanto menores, cuando la problemática, tiene en vilo a la sociedad colombiana y al mundo desde hace varios años.

Los señores de las Farc, deben asumir toda su responsabilidad, permitiendo no solamente liberarlos, sino, resolviendo el problema de quienes ingresaron como tal y hoy son guerrilleros adultos, con responsabilidad y mando dentro de la organización subversiva, para luego enfrentar el problema de los niños asesinados mediante consejos verbales de guerra, y que sus padres y familiares con justificada razón, vienen reclamando sus cadáveres con insistencia.

Son miles las tumbas y calvarios de niños fusilados y ahorcados en inhumanos consejos verbales de guerra, cuyas tumbas son la voz de la conciencia guerrillera, y la responsabilidad de una sociedad que debe pedir a gritos, se aplique todo el rigor de la ley a quienes son sus responsables.

Sobre la liberación de los niños de las Farc, hay muchas preguntas que resolver y dudas que aclarar: los adolescentes que han sido asesinados en combate y condenados a muerte en consejos verbales de guerra, como también quienes fueron secuestrados como adolescentes y hoy han cumplido su mayoría de edad en las filas, o que han hecho carrera dentro de la estructura guerrillera, y son solicitados por la justicia por diferentes crímenes, ¿Qué va a pasar con ellos?

El señor Ivan Marques, debe entender, que una cosa son: los gamines y los niños del Bronx, y otra el reclutamiento forzado, para ser llevados a las filas guerrilleras y ponerlos como carne de cañón para combates que están fuera de su alcance y preparación, cuando llegan a sus filas lo primero que hacen es infundirles miedo y terror, leyéndoles el manual de disciplina, que es lo que se acostumbra, puesto que no existe el más mínimo respeto por los derechos humanos, ni de los secuestrados, ni de los niños en sus filas.

Pretender el señor Ivan Marques, negociador de las Farc, en la Habana – Cuba, equiparar ambas instancias, es mostrar una vez más su prepotencia y desconocer que si bien se han cometido errores en el manejo de nuestros niños, no es por acción voluntaria, como si lo es el secuestrarlos para llevarlos como chivos expiatorios, y luego por el menor error cometido a consejos verbales de guerra y finalmente condenarlos a muerte por fusilamiento o ahorcamiento, después de tenerlos hasta quince días amarrados a la intemperie. Los testimonios que relatan los exsecuestrados y los mismos niños que han logrado fugarse de semejante infierno, son desgarradores: cuando son incorporados a la filas de la guerrilla por lo regular lo hacen mediante engaños y mentiras, ofreciéndoles todo tipo de prebendas que nunca se cumplen.

¿Cuántos niños ha reclutado la guerrilla de las Farc, en sus más de cincuenta años de tener encañonado al pueblo colombiano? Se dice que son más de doce mil, pero, según los aportes de los exsecuestrados, los diferentes frentes están conformados en su mayor parte, por menores de edad, lo que permite concluir que son mucho más.

Fuentes de entero crédito, afirman que desde los inicios de las Farc, hasta nuestros días, los niños en sus filas pueden sobrepasar de los treinta mil de ambos sexos, con desempeño en diferentes oficios como el de radistas, o las niñas ser las amantes de los jefes guerrilleros, a quienes embarazan y después son obligadas a abortar contra su voluntad.

¿Los niños de las Farc? es la pregunta que debemos hacer todos los colombianos a los señores negociadores de las Farc, en la mesa de negociación y que esperamos la comisión del gobierno en cabeza del doctor Humberto de la Calle, nos coadyube, puesto que este drama se viene denunciando desde hace varios años, y las Farc en varios comunicados se han comprometido a resolver, siempre con promesas fallidas, pero que ahora cuando el acuerdo está próximo a firmarse, deciden enfrentar la situación.

La verdad, es un problema de marca mayor, puesto que son miles los cadáveres de adolescentes que se encuentran sepultados en las inhóspitas selvas de Colombia, bajo el silencio y la complicidad de un estúpido concejo verbal de guerra, o muertos en combate, como lo demuestran varios testimonios de guerrilleros reinsertados y exsecuestrados.

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