Los números grandes y pequeños tienen alma

Mi sobrino me preguntó qué son los impuestos. Entonces me comí el 30% de sus galletas y se puso a llorar. Ya está listo para ser un adulto. Quebolu.Com

Soy admirador del Presidente Duque, pero no he renunciado a la independencia crítica. Me referiré al IVA sobre la canasta familiar, sin pretender resolver semejante problema; solo quiero contribuir con un punto de vista sobre los paradigmas mentales que a veces nos impiden ver las cosas de otra manera.

Esta es, desde luego, una alegoría matemática en la que, refiriéndome a personas, digo que los números grandes y pequeños tienen alma. Y, mientras los seres humanos individuales, que somos los pequeños, en comparación con el conjunto de números grandes de seres humanos que se llama sociedad; cuando a ese número pequeño, digo, le ponen un impuesto y le piden que piense como un número grande, sencillamente no comprenderá. Los únicos números pequeños que comprenden este berenjenal del IVA son los economistas cuando dejan de ser ministros. Pero al ‘comprender,’ entonces juegan con ‘opiniones’ y se apoyan unos a otros. Veamos un ejemplo de cómo el representante de los números grandes, con la mejor de las intenciones, a veces no comunica bien las cosas.

En “Ministro Carrasquilla rompió su silencio en la polémica ley de financiamiento 2019” dice: “Es muy cierto que el pago de IVA subiría para un hogar ubicado en los rangos medios de nuestra distribución del ingreso. Por ejemplo, a un hogar que está recibiendo $ 2,5 millones mensuales, el pago de IVA se le subiría en aproximadamente $ 1.200 pesos diarios, cosa que a nadie le agrada. Sin embargo, esta familia de clase media está ayudando a que sea posible no solo seguir luchando contra la pobreza de su país, sino también a financiar programas que la benefician mucho, por ejemplo, apoyando la financiación de las mesadas pensionales de sus parientes jubilados o la universidad pública de sus parientes estudiantes.” (EL Tiempo, 3 de noviembre de 2018)

Este es un ‘razonamiento’ de número grande. Pero el número pequeño no entenderá que al quitarle $1.200 pesos diarios, que lo hacen más pobre, esté luchando contra la pobreza; o que apoye la mesada pensional de un pariente que no tiene, o el pago de la universidad pública que no utiliza. Este es el problema de las generalizaciones al plantear teorías de números grandes. Y así se multiplicarán por millones las diferentes ‘razones y sentires’ de los números pequeños. Esos ‘pequeños sentires racionales’, por millones, cuando se expresan, lo hacen, desafortunadamente, mediante la violencia porque sus voceros, tienen las motivaciones izquierdistas o derechistas de cooptar o mantener el poder del estado. Entonces el problema matemático del IVA se trasforma en problema político. Yo, por ejemplo, no entiendo la incoherencia entre el impuesto predial que pago y las troneras de guerra frente a mi casa del barrio Contador estrato 5. Pero no me queda bien irme a gritar a la Plaza de Bolívar, sino que tengo que pasar por un reclamo kafkiano frente a la alcaldía. Tengo que probar con fotos y memorandos que los huecos existen porque la alcaldía no trasmite compensación o retribución justa de beneficios para TODOS los que pagamos impuestos. ¿Qué es lo que pasa? Así como se piensa en rebajarle impuestos a las empresas para que generen empleo, hay que también pensar en una ciudadanía satisfecha que es la que genera la gobernabilidad que apoya a las empresas.

La economía, como los idiomas, tiene los equivalentes de gramática, estructuras, fonética, semántica, reglas, acentos, modos de hablar, convencionalismos, etc. y, obviamente, la ‘lógica sui generis’ de cada quien para utilizar cualquier sistema. Con la misma ‘lógica’ se arman excelentes programas y virus. Luego la clave está en el componente moral y ético del ‘usuario’ de la lógica. Pero siempre llega la hora de la verdad que es la COMUNICACIÓN. Ahí es donde usted constata si utiliza bien o mal el idioma, la lógica que sea; es decir, si maneja de manera efectiva una convención lingüística llamada lengua que no es solamente hablar porque eso lo hacen los analfabetos, sino COMUNICAR que es muy diferente. En nuestro caso se trata de expresar la comprensión de la emoción del gravado, un sentimiento de protesta; pero también de transmitir clara y responsablemente una necesidad, pero aún más; de comunicar cada forma de entender los modos diversos del país, que puede ser a través de alguna actividad, que va desde la sencilla necesidad de transmitir un mensaje, y si este es entendible para aquel o aquellos a los que se les envía, mucho mejor. Pero todo ese mundo ha sido ignorado porque los impuestos los negocian los políticos quienes, en Colombia, son percibidos como la representación de nadie, con excepción de unos pocos; pues en realidad representan sus propios intereses.

Buscandopara este contexto del IVA una herramienta efectiva para entender el impacto real de un impuesto y no las suposiciones y chismes de los medios politizados ¿Se sometió la ley de financiamiento a un análisis de big data o sólo se atuvieron los expertos a la pasiva ‘reacción histórica’ de las masas sobre los impuestos? ¿Qué diría el análisis de big data a la introducción de una nueva variante como el IVA a la canasta familiar, ya que ese impuesto es el negocio más importante de un partido político? Lo estamos aprendiendo, mediante el clásico sistema de ensayo y error, mandado a recoger según los expertos en negocios.

«Big Data» es la electricidad del siglo XXI, con el poder de transformar todo lo que toca en los negocios, el gobierno y la vida privada. Sin embargo, no son los datos en bruto los que posibilitan el cambio; es el conocimiento interpretativo derivado de los datos que conduce a mejores resultados. La clave es el análisis. De esa manera las empresas ya están organizando los datos para modelar los procesos de negocio y dirigir el negocio. Así fue como Obama fue elegido: analizando el comportamiento del electorado (número grande) y hablándole a cada quien en términos personales, según los perfiles detectados por las preferencias de productos del mercado. Entonces el gran problema del Gobierno Duque y el ministro Carrasquilla, como el de todos los gobiernos, no son los impuestos, sino un ineficiente sistema de comunicación. Eso fue lo que le pasó a Santos con el proceso habanero.

En el presente caso, tenemos un problema de desfinanciamiento. Lo primero que la gente quiere saber es quién es el responsable, porque toca el bolsillo de todos, para que asuma las mismas responsabilidades de los que tenemos que pagar impuestos para mejorar ese entuerto. Eso se llama comunicar justicia. Lo segundo es garantizar que haya una coerción significativa para desterrar a los evasores y ladrones: cárcel, cadena perpetua, o muerte, según el daño. Eso se llama comunicar “quién la hace la paga” para evitar la no repetición. En China, Corea del Norte, Irak, Irán, Indonesia, Tailandia, Laos, Vietnam, Myanmar, Marruecos, Singapur, se aplica la pena de muerte a corruptos y otros criminales. Simón Bolívar la aplicó. Ahora bien, si alguien toma los impuestos a la ligera, no sabe historia, pues el no saber ‘comunicar’ esa infausta noticia fue el origen de la revolución norteamericana que se originó por el impuesto al te; o la rebelión de los comuneros ‘creada’ por el regente visitador Juan Francisco Gutiérrez de Piñeres, quien aumentó el impuesto de alcabala (el impuesto comercial más importante de los reyes) al gravar la sal, el tabaco, los juegos de cartas y los textiles de algodón, la canasta familiar de la época.

Así, cuando los grandes números desconocen a los pequeños, se presentan problemas. Si actualmente en Salud y protección social faltan $3.014, en Hacienda $2.166, en educación $1.997, en minas y energía $1.958 y en inclusión social y reconciliación social $1.127, cada uno de esos pesos representa personas con alma, vida, sentimientos, familia, historias que no tienen una oportunidad de dialogar con los gerentes de los grandes números. Pero cuando alguien muere en un hospital por falta de presupuesto deja de ser una cama, o un pasivo hospitalario, y se convierte en persona para todos; solo un poeta se imagina el llanto de los abandonados. Sin embargo las personas y los poetas votan; y ahí es cuando viene la sanción social y política. En una familia no se le arma una revolución al padre porque su sueldo no alcance para las necesidades; pero en la sociedad desaparece el sentido de familia que es lo que impide las revoluciones. ¿Entendemos ahora el pragmatismo político del ‘amaos los unos a los otros’ y la importancia de la familia? A un ministro de hacienda, como número grande, el problema de la droga le es indiferente, la violación de niños, o cualquier otro mal personal, hasta cuando se ve tocado por lo que aqueja a otros para actuar profesionalmente y destinar una partida o muchas en ese sentido. Por eso a veces les pasan cosas malas a los buenos, porque los malos no tienen compasión; y no sé si exista la compasión en y para los grandes números.

Por otra parte, creo que la solución sería entender que se necesita una combinación de expertos en estadística y economía con especialistas en desarrollo social que integren las prácticas de participación grupal en el análisis de datos estadísticos sobre impuestos y estrategias de alto nivel para ofrecer soluciones a los problemas del mundo real. No sé con qué clase de estadísticas contamos para aprovechar las colecciones de las mismas que facultaría a los tomadores de decisiones con información poderosa que se traduciría fácilmente en políticas y programas impactantes, prácticos y significativos relacionados con los impuestos y no solamente para arreglar el problema del número grande que dejaron Santos y muchos sinvergüenzas.

Por todo lo anterior, cuando la gente entiende la utilidad de los impuestos porque se les explica con claridad, comprende que nada es gratis y que hay que pagar por los productos y servicios que recibimos. Pero hay que saberlo COMUNICAR de manera efectiva. Para un individuo que tiene un auditorio concreto, es una cuestión de pericia profesional; pero para un presidente frente a un país complejo y difícil, con intereses políticos en contra, y con un partido de gobierno sui generis que no ha renunciado al pensamiento crítico, el asunto pone a prueba las mejores capacidades de unos y otros cuando se piensa en el bien del país y las consecuencias de cualquier equivocación de uno u otro lado, incluida la oposición; por lo tanto, la cuestión no es solo debatir, sino crear sinergia para que el barco y sus pasajeros lleguen a buen puerto.

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