Los revuelos de La Habana

Varios hechos coinciden y dirigen la mirada a la negociación en Cuba: la insistencia en que “Simón Trinidad” vaya a la isla, las revelaciones “Timochenko-Gabino” y las declaraciones Gobierno-fiscal.

Las Farc insisten en que la negociación no tiene una fecha límite, el comisionado de Paz Sergio Jaramillo revela que hay contactos al más alto nivel para llevar a alias “Simón Trinidad” a La Habana, el fiscal Eduardo Montealegre sale a reforzar la idea de que Colombia formalice la solicitud para que el jefe guerrillero se integre al proceso de diálogo y, en paralelo, el presidente Juan Manuel Santos confirma que alias “Timochenko” viajó a La Habana varias veces a reunirse con alias “Gabino”, máximo jefe del Eln.

A ello se suma que el mencionado jefe de las Farc, “Timochenko” o Rodrigo Londoño Echeverri, escribe una de sus epístolas y sale a señalar “la conveniencia para el país” de iniciar un proceso de diálogo con el Eln.

Y todo este contexto, en adelante, por orden presidencial, sin una gota de glifosato lanzada por la aviación oficial.

A juicio del plenipotenciario y jefe de la delegación del Gobierno en Cuba, Humberto de la Calle, parte de estos asuntos (“Simón Trinidad”, la cárcel o no para los guerrilleros, constituyente o no) suceden en medio de una dinámica “endemoniada” frente a la que “estamos procediendo con esa fuerza moral que nos da la preservación del estado de derecho, de la justicia, la voz de las víctimas”.

Son reconocidas las virtudes morales y patrióticas del doctor De la Calle, y está claro que aunque los colombianos desconfían de las Farc, sí creen en la búsqueda de la paz. Todo eso es cierto, pero es igualmente cierto que hay un proceso electoral en ciernes y que temas como la idea de una nueva constituyente y una fórmula equilibrada de justicia transicional (que dosifique razonablemente penas y paz) tienen un explosivo influjo sobre la opinión pública.

Y lo que hay en la última semana es una descolgada vertiginosa del Gobierno y la Fiscalía -y las Farc metiendo sus puntadas con dedal- frente a una serie de asuntos cruciales, íntimamente relacionados con la agenda de La Habana, y de innegable interés y beneficio para las Farc.

Vale una mirada esquemática y simple del inventario: si Trinidad va a Cuba, previa solicitud del Gobierno a E.U… le da un punto a las Farc. Si no hay más glifosato (al margen de la discusión científica sobre su potencial daño a la salud humana)… otro punto para las Farc. Si no pasa nada con que “Timochenko” fuese a Cuba a reunirse con “Gabino”, para “conversar asuntos” de la subversión… se anotan otro punto las Farc. Si las conversaciones se siguen estirando sin un límite temporal… otro punto para las Farc. Es necesario que el Gobierno entienda que los marcadores abultados suelen volverse irremontables.

Y aquí se mencionan temas en los que por fortuna aún no se dan pasos definitivos e irreversibles. Pero sería bueno, por esa misma razón, que reciban la atención, el control y la discusión pertinentes no solo por parte del Gobierno sino de la Nación colombiana, como conjunto totalizante que reúne a todas las fuerzas y sectores que la componen, más allá de la mera institucionalidad pública.

Si estamos acostumbrados a que la violencia de la guerra interna se suceda en hechos vertiginosos, que se enmalezan, tapan y tragan unos a otros, pues es el momento de que frente a las fórmulas de terminación del conflicto armado interno y de construcción de la paz, no nos dejemos apabullar ni tapar por un bosque que nos impida ver los árboles. Prendamos, más que las alarmas, las luces.

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