Los Roosevelt

Escribí la semana pasada que Franklin Delano Roosevelt era de ingrata recordación para los colombianos porque nos había dado por donde sabemos —como lo dice su nombre— al habernos quitado a Panamá.

Quien nos dio por donde sabemos fue su primo Theodore. El otro Roosevelt —Franklin Delano— fue mandatario de Estados Unidos de 1933 a 1945.

Theodore, que era vicepresidente, llegó al cargo cuando asesinaron en Búfalo al presidente titular William McKinley, el 6 de septiembre de 1901. Cuentan que cuando se enteró de la noticia y del ascenso, el senador Mark Hanna comentó: “¡Cómo les parece! Ese maldito vaquero es presidente de los Estados Unidos”. A este Roosevelt le gustaba ser el centro de atención de toda reunión y, comentaban, “se empeñaba en ser la novia en cada matrimonio y el cadáver en cada funeral”. Es, evidentemente, de ingrata recordación para los colombianos. Es el mismo de la famosa frase: “I took Panama”.

Franklin Delano Roosevelt fue presidente después, elegido y reelecto dos veces, a pesar de que en 1921 contrajo una poliomielitis que lo dejó lisiado de por vida, teniendo necesidad de movilizarse en silla de ruedas. Le correspondió ser presidente durante la Segunda Guerra Mundial y a quien sí le dio por donde sabemos fue a Hitler. En 1945, cuando el colapso de la resistencia nazi era inminente, su salud había decaído mucho y el 12 de abril, en momentos en que redactaba un discurso, sufrió un derrame cerebral que le causó la muerte. No alcanzó a ver el fin del führer, un mes después.

En su ascenso político y en su lucha contra la enfermedad tuvo el apoyo incondicional de su esposa, Eleanor, que contribuyó a convertirlo en una de las figuras más importantes del siglo XX. Pero a ella lo que más le molestaba era que le preguntaran por la salud de su marido, un hombre enfermo durante la mayor parte de su vida: “Señora, ¿y cómo sigue Franklin Delano?”.

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