Malas noticias con y sin ‘rating’

Cuatro mil niños muertos de hambre son muchos niños muertos. No podemos seguir haciéndonos los tontos frente a esto.

La frontera con Venezuela acapara toda nuestra atención porque así lo han querido los medios más importantes de radio y televisión. Hacen reportajes especiales que provocan la indignación nacional y promueven la solidaridad con los compatriotas que vienen allende la frontera. Pero frente a los cuatro mil niños wayúus muertos de hambre en La Guajira en los últimos 4 años, son incapaces de desplegar el mismo operativo noticioso. Ayer, los medios estaban indignados porque aparentemente la Guardia Nacional de Venezuela había asesinado a dos indígenas wayúus. Es probable que ayer tres niños hayan muerto de inanición. Pero no hubo cadena de radio ni televisión que hiciera un reportaje especial que despertara el fervor y la solidaridad del pueblo colombiano.

Es probable que antier también hayan muerto tres, o cuatro. Seguro habrán muerto niños durante toda la semana pasada. Y mientras usted lee estas pocas palabras, es probable que un niño se esté muriendo de hambre. Y morirán mañana también. Han venido muriendo de hambre sin que nadie lo note. Si no tienen protagonismo en los medios, no lo tienen para la opinión pública ni para el Gobierno.

Me pregunto cuáles son los móviles de los directores de los medios de comunicación para privilegiar ciertas noticias, para privilegiar ciertos damnificados, ciertos malhechores, ciertas víctimas, ciertos victimarios.

Creo que esas predilecciones se deben al rating. Hay malas noticias que son muy buenas para el rating, y malas noticias que no son buenas. Los niños que mueren de hambre en La Guajira o en el Chocó no son malas noticias buenas para el rating. Tampoco son buenas para el rating las noticias que nos dicen en la cara que tenemos 6 millones de desplazados internos por esta guerra interna. Esas noticias no parecen despertar el mismo fervor patriótico de los medios de comunicación. Supongo que ningún colombiano se sentiría orgulloso de esos hechos. Por el contrario, producirían mucha vergüenza personal, social, estatal, mediática. Son noticias mucho más complejas de transmitir, requieren mucho más trabajo para que la opinión pública las asimile y se haga una idea sobre esos problemas que la simpleza maniquea de encontrar un enemigo al dente, que amenaza nuestra colombianidad, a nuestros compatriotas, como sucede ahora con Venezuela y como sucedió antes con Nicaragua.

Muchos de ustedes recordarán alguna conmovedora fotografía de niños muriendo de hambre en Ruanda, Sierra Leona o Sudán. Frente a esa realidad tan triste, apretamos el pecho y lanzamos entre suspiros un “qué vaina con África”. Y ya, quedamos curados porque no podemos hacer nada. África está muy lejos. La Guajira no.

Lejos de querer hacer un ajuste de cuentas con los medios masivos de comunicación, quisiera pedirles que se comprometan con estos niños de La Guajira y el Chocó. Cuatro mil niños muertos de hambre son muchos niños muertos. No podemos seguir haciéndonos los tontos frente a esto. Los medios tienen que meterse con todo su poder para presionar al Estado, para conmover y formar la opinión pública.

¿Qué va a pasar con nosotros como sociedad? ¿Hasta dónde llegará nuestro cinismo? Lloramos los niños muertos de África y deploramos la situación de los inmigrantes ilegales de Europa. Pero aseguramos la puerta con tranca para que no se metan a nuestra zona de confort esos niños muertos de hambre de La Guajira o esos 6 millones de desplazados que nos rondan.

Mientras tanto, en Ciudad Mediática, todo lo malo viene de Venezuela y Maduro es nuestro Guasón.

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