Malos y buenos augurios

¿Qué tal las respuestas de 'Antonio García', al decir, que no habían ido a hablar de secuestrados?

¿Por qué no se firmó la paz el 23 con las Farc en La Habana? Según el Presidente, porque un buen acuerdo justificaba un mayor tiempo. De acuerdo. Las cosas que han salido peor en el proceso han sido producto de una carrera para el espectáculo internacional. Pero al fracaso del 23 le han salido dos teorías nuevas.

La primera, que los cubanos se atravesaron porque querían a Obama para ellos solos, y el ‘show’ se les aguaba compartiéndolo con la firma de una paz colombiana.

Pero también es posible que se haya retrasado por el inminente anuncio de la etapa pública de negociación con el Eln. Que no por lo incierta que parece, por lo gaseosa que se ve, con cinco sedes de conversaciones y consejos comunales por todas partes, debemos dejar de mirar con esperanza. Porque sin el Eln en el proceso de paz, este sería un acuerdo prácticamente imposible de cumplir; las Farc dizque habían expresado esa preocupación en voz baja.

El escenario de tener a las Farc en un lento proceso de desarme sin fecha límite para su finalización, y al Eln activo y armado hasta los dientes, produciría tanta confusión en el Ejército colombiano que le quedaría muy difícil proteger el territorio nacional.

Hasta se habla de correos interceptados en los que, por otro lado, se estaba cuadrando intercambio de insignias entre los dos grupos guerrilleros, para hacer sus pilatunas.

La pregunta es si ahora la firma con las Farc queda suspendida, en espera de que avance lo del Eln, común en algunos temas como la justicia transicional (incluyendo su componente de máxima impunidad posible para los delitos más graves), pero de todas maneras un proceso que se adelantará en dos mesas distintas, con dos guerrillas de distinto origen y objetivos, como lo recalcó el presidente Santos, lo cual tiene un riesgo: que entre los dos grupos guerrilleros terminen emulando sobre las concesiones que le concederán a cada cual.

¿Por qué las Farc van a tener de negociador a un exvicepresidente y precandidato presidencial y el Eln no, por ejemplo? Ni siquiera el exvicepresidente Gustavo Bell –en quien estarían pensando como negociador– cumple tantos requisitos. ¿Y dónde encontrarán equivalentes de los generales Mora y Naranjo? ¿Y quién robará más pantalla en los medios?

¿Serán capaces las Farc de firmar un acuerdo definitivo de desmovilización y desarme mientras que con el Eln se comienza apenas a negociar, lo que le permitiría a este grupo ganar más tiempo, explotando los millonarios negocios ilícitos del narcotráfico y la minería, y apropiándose de territorios que hoy dominan las Farc?

Varias cosas auguran la dificultad de negociar con los ‘elenos’. La primera, su cinismo y torpeza. ¿Qué tal las respuestas de alias Antonio García en la rueda de prensa en Caracas, cuando, al preguntarle la prensa sobre cuántos secuestrados tenían, respondió, revelando su talante, que allá no habían ido a hablar de secuestrados y que esa pregunta tenían que hacérsela a la inteligencia militar? ¿Y qué tal cuando justificó el delito abominable del secuestro argumentando que, a diferencia del Estado colombiano, al Eln no le prestan plata en los bancos ni le donan recursos los EE. UU. para “hacer la guerra”? Su compañero, alias Pablo Beltrán, sonó más consciente de la ocasión y menos descarado.

Quizás la apuesta más precisa sobre el futuro de este proceso la hizo el padre Francisco de Roux, quien dijo: “Con el Eln habrá mayores dificultades que en el proceso con las Farc porque tiene elementos más oscuros, más difíciles de transparentar… aunque también tiene muchos elementos de luz”.

Lo que, traducido, supongo que quiere decir: con el Eln nunca se sabe.

Entre tanto: ¿cómo justificará el secretario de Estado Kerry ante el Congreso de los EE. UU. su reunión con un grupo de terroristas-narcotraficantes que no han firmado ningún acuerdo de desmovilización?

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