Más falsos que nunca

El caso donde mejor se ve la mano de quienes orquestan semejante farsa es el de Santiago Uribe. No había real sustento judicial para que la Fiscalía impusiera medida de aseguramiento.

El de los falsos testigos es un virus tan maligno como el del zika. Sus víctimas suelen ser personajes cercanos al expresidente Uribe, hombres de vida limpia que nunca imaginaron ser colocados en la palestra como unos vulgares delincuentes. Lo que debemos indagar es quién maneja los hilos de estas peligrosas marionetas que son los falsos testigos.

El caso donde mejor se ve la mano de quienes orquestan semejante farsa es el de Santiago Uribe. A lo largo de veinte años, tres falsos testigos lo han vinculado con la banda criminal ‘los 12 Apóstoles’, que en 1993 y parte del 94 sembró el terror en Yarumal. A nadie le pasó por la mente que Santiago tuviera que ver algo con esa banda. Al contrario, era visto en la región como un hombre pacífico, muy apreciado por sus amigos y su familia, dedicado por completo a sus actividades ganaderas. De ahí que años después, en 1996, todos cuantos lo conocían recibieran con incredulidad y sorpresa las declaraciones de Alexánder de Jesús Amaya Vargas.

Este primer testigo no era ninguna perita en dulce. Agente de policía, estaba condenado a cincuenta años de prisión por haber matado a su novia y más tarde a un compañero suyo y a una mujer que lo acompañaba. A cambio de una declaración suya en contra de Uribe, Amaya pedía la rebaja del 66 por ciento de su pena y un nuevo lugar de reclusión.

Incapaz de describir físicamente a Santiago Uribe, y con las muchas incongruencias que acompañaban su testimonio, la Fiscalía terminó desechando lo dicho por Amaya. Por su parte, Santiago se presentó voluntariamente ante las autoridades para hacer más evidente el infundio lanzado contra él.

El segundo testigo apareció diez años después, nada menos que en Argentina. Se llamaba Juan Carlos Meneses y era un oficial retirado de la Policía que había sido vinculado al proceso de ‘los 12 Apóstoles’. Sorpresivamente resolvió dar ante varios abogados argentinos unas declaraciones en contra de Santiago Uribe que fueron grabadas y filtradas a los medios de comunicación. Por primera vez se supo que este encuentro había sido coordinado por el sacerdote Javier Giraldo y el abogado de Gustavo Petro, Daniel Ernesto Prado Albarracín. De Meneses se sabía que había estado vinculado al narcotráfico, que vivía en Venezuela desde años atrás y que era un protegido de Chávez y Maduro. No era extraño, pues, que el padre Giraldo, cabeza visible de una conocida ONG de izquierda, se encargara de financiar su viaje a Buenos Aires a fin de dar a su falso testimonio una vasta difusión internacional. Por fortuna, las mentiras de Meneses fueron finalmente desvirtuadas por Santiago Uribe con pruebas testimoniales y documentales.

Sin embargo, el padre Javier Giraldo no renunció a su empeño. Esta vez, un tercer testigo, llamado Eunicio Alfonso Pineda Luján, que desde el 2012 se encontraba bajo su protección, hizo una sorpresiva aparición en el Consulado de Colombia en Santiago de Chile para largar una nueva declaración en contra de Santiago Uribe. Lo que más tarde se supo es que este hombre es un enfermo mental que padece de esquizofrenia y no vacila en decir que tiene conversaciones con el diablo y que escucha voces que le dan órdenes. Pineda Luján ha sido denunciado como un falso testigo, pero esta vez la Fiscalía se ha negado a verlo como tal.

No había, pues, real sustento judicial para que el 29 de febrero de este año la Fiscalía impusiera a Santiago Uribe medida de aseguramiento. A la hora de su despedida, el fiscal Montealegre no podía irse sin lucir este nuevo logro de la guerra jurídica que ha librado con éxito en compañía del cura Giraldo, de Iván Cepeda y otros compañeros de lucha. Por cierto, todos ellos están de plácemes. Mientras el hermano de Uribe pasa noche y día tras las rejas, el ‘Paisa’ es recibido en La Habana como un ilustre visitante y actor protagónico del proceso de paz.

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