Masivamente NO

La estrategia de paz de este gobierno quedó plasmada en las 297 páginas del Acuerdo Final para la terminación del Conflicto. Nuestro sector público no se destaca por la agilidad en la implementación de sus programas; por tanto es de esperar que la ejecución del Acuerdo no será fácil, especialmente si se tiene en cuenta que en muchos de los puntos acordados cada parte puede y querrá darle interpretación diferente.

Muchos de los comunicados de estos 4 años de La Habana tuvieron una interpretación del Gobierno y otra muy distinta de las Farc. La implementación del acuerdo enfrenta dos obstáculos mayúsculos: 1. La incapacidad histórica del gobierno de ejecutar programas, y 2. La interpretación diferente que cada parte dará al texto del acuerdo.

El hecho de que las Farc hayan firmado el documento, no quiere decir que cambiaron su agenda. Todo lo contrario, sus aspiraciones de imponer un estado marxista, aprovechando todas las formas de lucha, posiblemente saldrán reforzadas con este proceso.

Supuestamente los miembros de las Farc deberán depositar las armas en unos contenedores, ¿La totalidad? La ONU deberá verificar que lo entregado coincida con el inventario…. elaborado por las Farc. En Centroamérica las guerrillas entregaron las armas más viejas y conservaron su moderno armamento. ¿Qué garantiza que acá no pasará lo mismo?

En el documento las Farc manifiestan su deseo de construir un país sin narcotráfico, pero en el punto 4.1.3.2 son enfáticos en que la erradicación debe ser solo manual. El periódico El Tiempo del pasado 23 de agosto describe las dificultades que enfrentaremos: “Usted toca una mata y no respondo”. Esa fue la desafiante frase que repetía uno de los 70 campesinos que el pasado 16 de agosto se enfrentaron a la policía con machetes, piedras y palos tapizados de puntillas”. Si se le agrega el riesgo de las minas quiebra-patas, la erradicación manual es un “canto de sirenas”.

Si las Farc conservan parte de sus armas y el control de la coca, podemos tener treguas, pero nunca PAZ.

Es cierto que el Acuerdo no podrá ser modificado, pero en su implementación, que depende de cómo se interprete el texto y el deseo de las partes de cumplirlo, nos jugamos el país.

Para William Uri, experto mundial en negociación, uno no se debe sentar a negociar sin definir antes las condiciones mínimas, por debajo de las cuales no se puede aceptar un acuerdo. Muchos colombianos pensamos que en esta negociación el Gobierno no tenía condiciones mínimas o las que puso fueron muy bajas. Desde un principio el Gobierno fijó todas sus expectativas en la firma de un acuerdo, posición que las Farc aprovecharon rápidamente. Cuando empezaron la negociación las Farc estaban viviendo los años más difíciles de su historia, sin embargo consiguieron mucho más de lo que aspiraban en el Caguán, cuando estaban en el curubito.

Maria Isabel Rueda, una de las mejores periodistas del país, votará por el sí “para tener autoridad moral de señalar los peligros y abusos que nos esperan”. ¡Todo lo contrario! Votar por el sí sería dar carta blanca a las Farc, quienes tratarán de liderar la implementación del acuerdo, como lo hicieron en las negociaciones.

Solo nos queda trabajar para que en la implementación no se aprovechen aun más. Con la campaña mediática iniciada por el Gobierno, el sí lo están presionando con fuerza; pero aún tenemos oportunidad de gritar: estaremos vigilantes. Aún podemos manifestar que no aceptamos unas Farc arrogantes, irrespetuosas, sin ningún arrepentimiento por los daños causados. Para lograrlo debemos votar masivamente NO.

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