¿Medio lleno o medio vacío?

A raíz de un diálogo sostenido sobre América Latina entre Mario Vargas Llosa y Enrique Krauze, en la Universidad de Princeton, el último de los nombrados publicó el año que comienza un artículo en el diario español El País, cuyo título ha sido tomado para encabezar esta nota. El Nobel de Literatura observa el vaso medio lleno, Krauze lo ve medio vacío. El primero se apoya principalmente en los buenos resultados económicos de la región, el sostenimiento de la democracia y el funcionamiento de los programas sociales.

El segundo es más escéptico, principalmente porque "el populismo en sus diversas variantes (del peronismo al chavismo) es una realidad y todavía una tentación permanente en América Latina". Sin negar enormes avances sucedidos en las últimas dos décadas en algunos países latinoamericanos, que ha permitido a millones de personas abandonar la extrema pobreza, no es menos cierto que en lo cualitativo el ritmo imperante deja mucho que desear. Los dos pensadores coinciden en que se han realizado progresos notables si se compara con lo que sucedía años atrás, pero si miramos con detenimiento los males generados por el caudillismo se mantienen intactos. En América Latina permanece latente esa vocación por las proclamas tercermundistas, siempre están allí esperando que alguien las recoja, las haga suyas y atrape incautos.

Casi ningún país se halla ajeno a ellas. Muchos están gobernados por personas que se han apropiado de ese discurso y han consolidado un poder enorme. Pero en los que no se han hecho de los gobiernos, esas tesis son aceptadas por un gran margen de la población que, de alguna manera, esperan que se concreticen. Ni siquiera los países que han logrado cierto grado de bienestar están ajenos a esas tentaciones. Basta recordar que en la última elección en Chile la candidata triunfante debió hacer suyas las tesis esgrimidas por movimientos estudiantiles que, coincidentemente, salieron a protestar a las calles contra un Gobierno que había heredado el problema de las últimas cuatro administraciones que le precedieron, que formaron parte de la Concertación que ahora retorna al poder. El populismo en estas tierras está agazapado, esperando su oportunidad.

No distingue ideología y son nefastos de uno y otro lado. Si a aquello se suman los problemas de violencia y corrupción que aún azotan a la región, el escenario no es nada alentador. Aunque importante, el progreso no es una cuestión sólo de orden material. Lo más peligroso parecería ser que únicamente nos enfocamos en aquello, aun cuando la ética y la decencia en el manejo de los asuntos públicos se encuentren cada vez más ausentes. Todo esto hace presumir que, lamentablemente, alcanzar un verdadero estado de desarrollo y bienestar para la región es una utopía bastante lejana. Se han realizado progresos notables, pero los males generados por el caudillismo se mantienen intactos.

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