Mensaje al ministro Cristo

Lo que se busca es que el país reciba el mensaje de que el crimen no paga.

Hace pocos días, a raíz de la ola de indignación que se levantó en Colombia por la masacre de miembros de nuestro Ejército a manos de las Farc, respondí algunas afirmaciones suyas que coinciden con las que hace Laura Gil en su columna de este diario.

En esencia, señalan que defender la necesidad del cese unilateral del fuego y hostilidades de esa organización, con concentración y verificación capaz y experimentada, al igual que abogar por la paz sin impunidad y la entrega real de las armas de las Farc, además de otras condiciones, es buscar que se le ponga fin a la mesa de conversaciones en La Habana.

No es así.

La historia de los procesos de paz en Colombia y el tremendo impacto sobre la opinión de hechos recientes de terrorismo cometidos por las Farc evidencian que se requieren determinadas condiciones para construirles respaldo social y, por lo tanto, viabilidad a los diálogos, y sostenibilidad jurídica y política a lo que finalmente se acuerde.

Pedir que las Farc dejen de cometer crímenes y se verifique que no los están cometiendo, lo cual se facilita mediante la concentración, es para hacer posible que se sigan adelantando las conversaciones, en lugar de obedecer al propósito de acabar con ellas.

De lo que se trata es de evitar que el presidente Santos se vea obligado, tal como les sucedió a los expresidentes Gaviria y Pastrana, a pararse de la mesa.

Si usted repasa la reacción de los colombianos frente al secuestro del general Alzate y la masacre de los soldados, no le será difícil concluir que, en el caso de que las cosas sigan como van, el final puede ser similar a los casos que he recordado.

Tenga, además, presente que ahora el Gobierno está reclamando el cumplimiento del cese unilateral que anunciaron y violaron las Farc; este grupo volvió a señalar su voluntad de hacerlo con verificación, y que ese ha sido el reclamo fundamental del Centro Democrático.

Resultaría, por ello, muy productivo que personas con gran capacidad de análisis, como la que tiene, por ejemplo, Laura Gil, fueran convocadas a estudiar la posibilidad de que alrededor del punto de la construcción de un mecanismo de verificación sólido, que les dé seguridad a los colombianos y a las Farc, sea factible encontrar caminos que le garanticen a la mesa de La Habana el apoyo que requiere.

Algo similar ocurre con el reclamo de que haya paz sin impunidad.

Este no es el momento de cabalgar sobre la división inexistente entre amigos y enemigos de la paz, con la cual se polarizó al país con propósitos electorales. Esa es una equivocación que debe ser corregida.

Lo que se busca con la posición antes mencionada es que el país reciba el mensaje de que el crimen no paga y que los acuerdos que se firmen sean sostenibles tanto jurídica como políticamente.

En esta materia, creo que lo que ha estado diciendo el presidente Santos, las recientes declaraciones del expresidente Uribe y la importancia fundamental del tema deben llevarnos a construir una posición común, con el fin de enfrentar la arrogancia de las Farc, que, en realidad, buscan impunidad total.

En resumen, tenga la seguridad de que abogar por que no se repitan los errores del pasado, creyendo que puede mantenerse una mesa de conversaciones en medio de las balas, por la sostenibilidad de los acuerdos, encontrando el necesario balance entre justicia y paz que evite la impunidad, y por dar pasos que permitan edificar, con base en evidentes coincidencias de hecho, puntos de acuerdo sobre aspectos fundamentales, es a favor de la paz, no contra ella.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar