Mirador. No será fácil

No la vamos a tener fácil los colombianos en 2015. Este martes, víspera de Navidad, prácticamente cierra el año económico y político nacional, y asoma el nuevo calendario. Lo que se hizo fue. Tiempo de pensar en enero y en adelante. La economía ya hace su balance favorable, pero las dudas y espinas se ven para el nuevo año. Los hombres de negocios nacionales y extranjeros más que en 2014 analizan lo que viene. Sabor amargo por la reforma tributaria que con rapidez aprobó el Congreso.

El presidente del BBVA Colombia, el español Óscar Cabrera, puso las cartas sobre la mesa y sentenció que ningún socio de la Cuenca del Pacífico maneja las tarifas tributarias que tiene hoy Colombia y eso, según agregó, es malo para empresarios e inversionistas. El banquero puso acento en la reiteración de Colombia en hacerle ajustes al frente tributario, enfatizando que se les causa desconcierto e incertidumbre a las empresas. Luego apuntó que cualquier inversionista internacional podría preferir ir a otro destino donde no va a encontrar cargas tan pesadas en el frente fiscal como en Colombia. El directivo es solidario con las necesidades financieras y presupuestales que tiene el Gobierno rumbo al 2018, pero insiste en que no es sano para la confianza y la estabilidad de los negocios estar cambiando las reglas y generando presión fiscal. La posición de Cabrera es compartida por el grueso de empresarios colombianos a los que les complica la vida la inestabilidad en impuestos y los aumentos en tarifas.

Las necesidades del ejecutivo son apremiantes y todos los colombianos debemos contribuir siempre y cuando haya tasa de retorno. Quiero decir, inversiones sociales tangibles, mejoras en el bienestar de los más pobres y optimización de los mayores recaudos. No tendría sentido asistir a una nueva catarata de impuestos, a una nueva cascada de recaudos, si al final del camino, no se ven los frutos ofrecidos. A la gente no le disgusta honrar sus obligaciones fiscales, le mortifica que sus impuestos no sean tangibles en un mejor rostro social del país.

Este año se despide con un aire de optimismo por el desempeño de varios sectores específicos de la economía, aunque con un agridulce en petróleo, minas y tasa de cambio para importadores. El 2015 pinta moderadamente optimista en guarismos de crecimiento, empleo e inflación, pero incierto en impuestos y metas de ejecución presupuestal. Lo peor de todo es que aunque estamos con el agua al cuello en un río de tributos, el próximo año vendría lo impensable, pero inevitable: otra reforma tributaria. Dicen que la que viene si será estructural. Ya veremos.

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