Motivos para no dialogar más

Los 10 puntos mínimos que proponen las Farc (otro documento habla de 100) son una bomba de alto poder en la mesa de negociación, una prueba más de que esta es otra burla al país, a sabiendas de que no hay un árbitro con pantalones que les saque tarjeta roja. ¿O acaso está esperando que, como a Pastrana con lo del secuestro de Gechem, le den un buen motivo?

El presidente Santos no debe de estar muy contento que digamos. Los negociadores de las Farc, en La Habana, andan sacando todo su repertorio de enormidades para complicar las conversaciones de paz y, acaso, para enterrarlas.

Claro que a Santos le tienen bien medido el aceite y saben que su nivel de tolerancia es tan alto como el de Pastrana, que después de permitir todos los desmanes imaginables solo vino a terminar el proceso del Caguán por el secuestro del avión en el que viajaba el senador Gechem Turbay, a la sazón presidente de la Comisión de Paz del Senado.

Lo cierto es que ante una ruptura, Santos será señalado como el único culpable y tendrá que decirle adiós a todo: a la reelección, al soñado premio Nobel de Paz, a la anhelada burocracia internacional en cargos como la Secretaría General de las Naciones Unidas y al acuerdo mismo, el único legado que podía heredarse de una gestión estéril como la suya. Todo a la caneca, de ahí la insistencia.

Sin embargo, el buen jugador sabe que debe retirarse a tiempo, sin importar cuánta ambición se tenga. El todo o nada es una opción demencial, sin sentido y sin salida, sobre todo cuando ya no hay manera de cañar más y cuando hasta el más neófito de los tahúres sabe que el arriesgado jugador no tiene nada.

Ese el panorama de Santos, a quien solo le queda el escape de señalar “enemigos de la paz” para tener a quienes echarles la culpa cuando no pueda sostener más esta patraña. Pero, aun si llegare hasta el final, Santos no podrá presentarle al país lo que se está acordando en Cuba como una negociación de paz.

Las razones son tantas que llevamos meses hablando de ellas sin agotarlas, pero vale la pena insistir una y otra vez. Por ejemplo, será inaceptable que el territorio nacional sea fragmentado con la creación de, cuando menos, 59 Zonas de Reserva Campesina, con un total de 9 millones de hectáreas que duplican el área sembrada actualmente en el país, las cuales pretenden dotar de total autonomía. Por mucho que lo nieguen eso terminará convertido en narcoenclaves de retaguardia fariana, desde donde darán su arremetida definitiva por el poder.

De consuno con lo anterior, será inaceptable que las Farc mantengan las armas mediante la fórmula de hacer “dejación” de las mismas pero sin entregarlas, de lo que Santos no tendrá foto, según ‘Andrés París’. El país reclama entrega de armas con verificación nacional e internacional, menos no sirve porque no es garantía de paz estable y duradera, y de no repetición de tantas atrocidades.

Será inaceptable también esa tal transición de 10 años que plantea ese nefasto personaje llamado Sergio Jaramillo, durante los cuales se llevarían a cabo las transformaciones sociales planteadas en la mesa mientras las Farc mantienen su amenaza en las regiones antes de disolverse por completo. Eso es aceptar una falsa paz mientras las Farc gozan de un largo periodo de tiempo para recuperar el terreno perdido precisamente en los últimos 10 años. Si las Farc no dan un paso inmediato de la violencia a la civilidad, es tiempo perdido lo que se está haciendo.

Igualmente, será inaceptable que los terroristas pasen a hacer política sin haber pedido perdón, sin haber reparado a las víctimas y sin haber pagado un mínimo de prisión. Será inaceptable que los farcpolíticos terminen pasando de agache y que los paramilitares y parapolíticos sí reciban castigo por hechos que en nada se diferencian. Además, sin intención de compararlos, será inaceptable seguir viendo que mientras los militares van a la cárcel, los terroristas llegan al poder. De hecho, es inaceptable que estos delincuentes hagan política y pretendan dirigir el país.

Bien dice el procurador general Alejandro Ordóñez que “si la condición es una Constituyente, no se puede seguir dialogando”. Los 10 puntos mínimos que proponen las Farc (otro documento habla de 100) son una bomba de alto poder en la mesa de negociación, una prueba más de que esta es otra burla al país, a sabiendas de que no hay un árbitro con pantalones que les saque tarjeta roja. ¿O acaso está esperando que, como a Pastrana con lo del secuestro de Gechem, le den un buen motivo?

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