¿Narco-repúblicas independientes?

Nueve millones de hectáreas en ZRC, más un millón de hectáreas ya despojadas por las Farc, constituyen el “fondo de tierras” básico de la reforma agraria de estos bandidos. La tajada que ambicionan en el nuevo reparto de poder y riqueza.

Hay quienes desde la prensa -como Rudolf Hommes-, al socaire de lo que urden en La Habana Gobierno y Farc, aceptan discutir con los narcoterroristas el futuro del sector agropecuario, y en arrebatos de euforia reformista se atreven incluso a darle enrevesado soporte académico a los desatinos de los terroristas.

Ahora resulta, para estos eruditos de club, que la pequeña explotación agrícola es varias veces más eficiente y productiva que la grande, de tal suerte que, en aras del crecimiento de la producción en el sector rural, no vendría mal expropiar una tajada significativa de los grandes fundos para repartirlas entre minifundistas. Las cifras del tijeretazo no distan mucho de las 20 millones de hectáreas que ha anunciado alias “Iván Márquez”.

Veinte millones de hectáreas hablan muy bien de la “moderación” de la propuesta de la banda armada, a decir de algunos. Ya no piden expropiar “todos” los latifundios; se han bajado, en el pulso, a tan módica extensión. Dizque los improductivos. Cuando hablan de no expropiar todos seguramente piensan en dejar de lado los de ellos, los que más de 30.000 víctimas han denunciado como despojados por la guerrilla, que se acercan ya a un millón de hectáreas.

Yo no entraré en discusión de fórmulas con la pandilla que negocia en Cuba. Ni más faltaba aceptar esa interlocución con semejantes criminales. Quiero más bien denunciar un aspecto de las tratativas habaneras, de sumo peligro.

Se trata de la pretensión de las Farc de que se adopte en el país como modelo de desarrollo del agro las denominadas “zonas de reserva campesina” (ZRC). Vale aclarar que, por miopía o descuido de nuestros legisladores, se acogió esa figura por medio de la ley 160 de 1994. Al amparo de la norma se han creado varias de estas “zonas” que algunos han calificado como nuevas “repúblicas independientes”. Son pocas aún, pero es claro que funcionan en territorios de influencia de las Farc. Analistas de izquierda describen su origen en la “resistencia” de los campesinos de esas regiones, desde la época de las “autodefensas” que las Farc toman como sus gestoras.

En la versión que han divulgado en Cuba las Farc de su “reforma agraria”, estas zonas son cruciales. “Las Zonas de reserva campesina se comprenden como parte del proceso de reordenamiento territorial. Considerando las zonas que ya tienen vida jurídica, las que se encuentran en trámite, y los cerca de 30 procesos de hecho, la definición territorial de estos procesos demanda al menos 9 millones de hectáreas.” De los 20 millones de hectáreas que prometen arrebatar a los ganaderos, 9 millones son para sus ZRC, nada menos.  

¿Y de dónde surge la idea de que se trata de unas nuevas “repúblicas independientes”? Muy sencillo. Basta consultar, además del funcionamiento de las ZRC existentes, el libreto habanero. En virtud de que la ley de 1994 es insuficiente para las ambiciones de los insurgentes, el proyecto actual es otorgar prerrogativas tales que se convertirían en territorios ajenos al control del Estado. En documento expedido por los negociadores de las Farc el pasado 23 de febrero se extienden en detalles sobre el carácter de las ZRC que ambicionan.

Las ZRC deben tener, dicen, “los mismos alcances de las otras formas de territorios colectivos” (resguardos indígenas y territorios de negritudes). “En consecuencia se fundamentan en el respeto real y efectivo por la autonomía y la organización política, económica, social y cultural, en el establecimiento de jurisdicciones campesinas propias, y en la responsabilidad del Estado para su protección y financiamiento.” Autonomía completa, organización política propia, jurisdicción diferente; y para rematar, financiada por el Estado.

Nueve millones de hectáreas en ZRC, más un millón de hectáreas ya despojadas por las Farc, constituyen el “fondo de tierras” básico de la reforma agraria de estos bandidos. La tajada que ambicionan en el nuevo reparto de poder y riqueza. Algo así como dos Caguanes y medio con pleno despeje y soberanía total.

Pero no es solo eso. Como Colombia entera lo sabe, las Farc han dicho que de ninguna manera entregarán las armas ni se desmovilizarán. Las ZRC serán el territorio “libre”, sin ingerencia del Estado colombiano, donde se asentará su “ejército del pueblo”. Sumados esos factores a la propuesta de legalizar la droga, que se cultiva en esas regiones, se cala muy fácil el propósito de crear unas narco-repúblicas independientes con auspicio oficial, bajo el manto de redimir al campesinado.

Duele reconocer que el gobierno de Santos esté hipotecado a la agenda de La Habana. Aunque funcionarios como el Ministro de Agricultura lo nieguen, las estrategias oficiales han estado dirigidas a “resolver” los problemas que dizque dan sustento a la insurgencia.  Ese ha sido el razonamiento sobre la ley de víctimas y restitución de tierras. Y no tiene otra explicación el retraso en llevar al Congreso la ley de desarrollo rural que hace dos años viene anunciando el ejecutivo. Nada de raro tiene que se estén esperando los resultados de la mesa de diálogo para incorporar las ZRC y otras lindezas al proyecto. Ni para qué comentar la coincidencia en torno a legalizar la droga.

La codicia criminal de las Farc expresada en Cuba es un peligro para Colombia. Pero no solo eso. Porque según revelaciones de sus voceros en La Habana, las “coincidencias” con el gobierno son grandes.

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