Necesitamos al Chapulín

El Chapulín murió, pero necesitamos quién nos salve de la situación que vivimos en Colombia. El grito angustioso de los colombianos es ¿quién nos podrá salvar? Guardo las esperanzas de que aparezca alguien y nos salve.

Estamos en el peor momento, un gobierno desprestigiado que hasta acabó con la reelección. Recordemos que el presidente Uribe ganó su reelección sin dejar dudas en la primera vuelta. Santos la logró ganar en una tercera vuelta. Explico: perdió en la primera, perdía en la segunda, le dieron VUELTA a los resultados y así ganó en esa tercera vuelta. Como consecuencia, el desprestigio para esa figura de reelección y su desaparición. La reelección es buena, es un premio a un buen gobierno, lo malo es la tercera vuelta que dio un mal gobernante, que hasta perdió en la primera.

El ejecutivo débil, desprestigiado en las encuestas que no se atreven a publicar faltando a la ética periodística. Un gobierno entreguista a la subversión, un ejecutivo camorrista contra sus críticos como Plinio Apuleyo Mendoza.

Lo peor, lo que acaba con un país, es una justicia inoperante, lenta, politizada, una justicia Borondongo. Recordemos (los muy mayores) aquella canción que decía: “Tongo le dio a Borondongo; Borondongo le dio a Bernabé; Bernabé le pegó a Muchilanga…”. Así estamos, un magistrado acusa a su colega, ese otro acusa al abogado intrigante, el abogado acusa a otros magistrados. El país sorprendido por una justicia que está en los últimos lugares en las encuestas.

El Legislativo, ni qué decirlo, no recupera el prestigio que tenía hace unos años. Ahora son mermelados. Trabajan, cuando trabajan, porque reciben y, por lo menos, son agradecidos con quienes los compran. Es un Congreso que da vergüenza.

Los mandos menores, los alcaldes, ahora están felices porque les va a tocar la mermelada, así sea propia. Los van a autorizar a comprar conciencias con la contratación antes de las elecciones. Vergüenza nos debe dar ver hasta dónde hemos llegado.

Por fortuna, las Fuerzas Armadas y de Policía aún conservan la credibilidad del pueblo colombiano. A pesar de las presiones y las órdenes para que no actúen, todavía lo hacen.

La policía se incautó misiles tierra aire que venían para las Farc en el sur del país. La Armada Nacional lo hizo con un barco que transportaba armas para la subversión. La Fuerza Aérea maniatada sin poder bombardear. El Ejército sigue su lucha a pesar de los atentados contra sus vidas y a pesar de la pretensión para que bajen su accionar durante la incumplida tregua. Los muertos con minas antipersonal no los detienen, siguen en la lucha. A propósito; si se llega a cumplir el absurdo de que sean solo los soldados quienes desactiven esas minas, los muertos, por esa acción, deben correr por cuenta de Juanpa (como le gusta que le digamos) quien dio esa orden absurda.

Pedimos, por lo menos, que el general Mora y sus asesores sigan siendo testigos de lo que ocurre en La Habana, para que nos puedan informar de cómo será la entrega del país a la subversión.

Con el Procurador, a quien mando mis condolencias por la muerte de su señora madre, y con nuestras Fuerzas Armadas y de Policía, alguna esperanza nos queda.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar